✍️: Michelle Carlín
En botella, en caja o en bolsa, el vino se disfruta en cualquiera de sus presentaciones, pero aquí te contamos más de sus envases
En el mundo del vino, la tradición y la innovación a menudo van de la mano. Mientras que las botellas de vidrio han sido durante mucho tiempo el estándar de la industria, una tendencia emergente está desafiando esta norma arraigada: el vino bag-in-box. Estos envases, una vez visto como una opción de calidad inferior, que ha creado prejuicios que no han sido gratuitos (especialmente porque la tecnología que se tenía anteriormente no permitía tener vinos de mayor calidad dentro de esta presentación), está experimentando un renacimiento notable y va ganando puntos a favor tanto para los consumidores como para los productores.
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Aunque el vino en caja puede parecer una innovación moderna, sus raíces se remontan a la década de los cincuentas, cuando una compañía australiana diseñó este envase como una forma práctica de servir vino en restaurantes. Sin embargo, su popularidad inicial fue limitada, principalmente debido a la percepción de baja calidad y al estigma asociado con los envases alternativos al vidrio. Aceptémoslo, el bag-in-box se adelantó a su tiempo.
Fue en los últimos años que este empaque comenzó a ganar atracción. A medida que aumentaba la preocupación por la sostenibilidad y la conveniencia, los productores de vino comenzaron a reconsiderar este formato para disminuir la huella de carbón, bajar costos de transporte y permitir que el consumidor destine la mayor parte de su presupuesto a la bebida y no a un envase que va directamente a la basura o, en el mejor de los casos, al reciclaje.
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Las mejoras en la tecnología de envasado también jugaron un papel crucial, garantizando la integridad de la bebida durante períodos más largos y manteniendo su frescura sin comprometer su calidad. Por ejemplo: en bag-in-box sin abrir, un vino blanco puede durar de 6 a 8 meses y un tinto de 10 a 13 meses, un tiempo perfecto para darles una rotación correcta.
El atractivo del bag-in-box radica en sus numerosas ventajas, tanto para los consumidores como para los productores:
Conveniencia: El diseño compacto y liviano del bag-in-box lo hace ideal para almacenarlo en refrigeradores pequeños o transportar para eventos al aire libre. Además, su grifo integrado permite un vertido sin complicaciones y sin riesgo de oxidación del vino. Incluso disminuye las enfermedades derivadas del corcho contaminado.
Durabilidad: El envase protege al vino de la luz y el aire, dos factores que pueden afectar negativamente su calidad. Esto garantiza que el fermentado mantenga su frescura durante semanas o incluso meses después de abrirlo, lo que reduce significativamente el desperdicio.
Sostenibilidad: En comparación con las botellas de vidrio tradicionales, el bag-in-box genera menos residuos y tiene una huella de carbono menor debido a su diseño ligero y al hecho de que requiere menos energía para transportarlo.
Valor: En muchos casos, el vino en bag-in-box ofrece una mejor relación calidad-precio en comparación con las botellas de vidrio equivalentes, lo que lo convierte en una opción atractiva para los consumidores que buscan calidad a un precio accesible.
Y si lo que te preocupa es el contacto del vino con el plástico dentro de la caja, ten en cuenta que el polietileno es uno de los plásticos no tóxicos más seguros disponibles, y no influye en las características del vino.
A medida que el bag-in-box continúa ganando aceptación en el mercado, es probable que veamos un aumento en la variedad de fermentados disponibles en este formato.
Ya que no hay una regla que diga que los vinos de gama Premium no pueden usarlo, un mundo de posibilidades se abre a esta presentación.
La resistencia seguirá, tardará unos años más para que las bodegas y denominaciones de origen (especialmente las clásicas) abran su mente a esta alternativa, pero es muy probable que la presión que ejerce el mercado les haga ver que deben contemplar esta opción, con las medidas correspondientes.
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Desde blancos frescos y rosados hasta tintos robustos y espumosos, la diversidad de opciones reflejará la creciente demanda de los consumidores por una amplia gama de estilos y variedades. El futuro está a la vuelta de la esquina en materia de empaques y el bag-in-box marca un emocionante capítulo en la historia.
Con su combinación única de conveniencia, calidad y sostenibilidad, este formato innovador y controversial está redefiniendo la forma en que disfrutamos y apreciamos esta bebida ancestral, adaptada a los avances actuales.
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