Ligero, divertido, versátil y desenfadado. Así es el Rosé de Monte Xanic, un vino que demuestra que el consumo se está haciendo cada vez más amigable y más rosa
Desde su fundación en 1987, Monte Xanic se ha encargado de romper el molde: en sus inicios, montaron una vinícola que apostaba por la calidad y no por la cantidad, lo que significaba abrir el mercado del vino premium en México.
Hoy, la marca apuesta por mantener la calidad y agregar un componente más: la versatilidad. Prueba de ello es el Rosé, un 100% Grenache de estilo provenzal que indudablemente te arrancará una sonrisa. Para entender más sobre este vino platicamos con Hans Backhoff, director general de Monte Xanic, y con Oscar Gaona, enólogo de la bodega.
Una historia de dedicación y sutileza
“Algo que no muchos saben es que el Rosé era el vino favorito de mi papá”, revela Hans Backhoff, antes de contarnos que el gusto que el doctor Backhoff tenía por este vino se debía a que su elaboración requiere de mucha dedicación y sutileza: “es un vino que en cuestión de horas puede cambiar; su producción es muy precisa, y su color y cada aroma son elementos que buscamos.”
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Hans nos contó cómo inició la vinícola: “Monte Xanic nació en la década de los ochentas, cuando el vino mexicano era conocido por producirse en masa, y no por su calidad. Los dueños de la compañía tuvieron una visión ejemplar, y también son un ejemplo complicado de seguir. Hoy, difícilmente haríamos una empresa sin tener un estudio de mercado o un plan de negocios. Es raro escuchar que una marca decida abrir mercado. Por eso, Monte Xanic es una vinícola revolucionaria. No es un accidente que hoy entendamos que los vinos se pueden disfrutar de una manera más espontánea, desenfadada y con menos obligación al maridaje: puedes tomarte tu vino solo, cuando quieres algo más refrescante, o acompañarlo de algo más sencillo, como pizzas o sándwiches.”, explica Backhoff.
“El vino rosado podría sonar como algo simple, pero no lo es. Requiere de mucha precisión, y se convierte en la referencia de la bodega. En este tipo de fermentados uno puede detectar la dedicación en el proceso. Además, es un vino muy auténtico: no puedes esconder nada, te dice de manera franca cuál fue su proceso, y cualquier error lo delata. Todo lo contrario del vino tinto, donde la barrica ayuda a esconder cosas. El vino rosado es la llave para entender la bodega”, comenta.
“Nuestro Rosé es estilo provenzal. Nos encanta la tonalidad tenue, elegante y fina. Queremos que este vino sea fácil de consumir, divertido y flexible pero delicado, atractivo y refrescante. Que se sienta accesible, y que se preste para probarlo con quien uno quiera. Además, es un gran vino para maridar con la comida mexicana: cochinita, carnitas o chiles en nogada.”, precisa Backhoff.
El momento favorito de Hans para tomar una copa de Rosé: “llegando a tu casa, cuando quieres abrir el apetito y algo refrescante, ¡nada le gana a este rosado!, es el que tienes que tener siempre a tu alcance.
El rosado que viene desde el viñedo
Para Oscar Gaona, enólogo de Monte Xanic, los vinos blancos y rosados son la puerta de entrada para la vinícola, “no hay espacio para ningún defecto; tienes lo que es”, explica.
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“El proceso para el vino rosado es delicado y su producción nos demanda demasiado. Empezamos seleccionando los mejores viñedos de Grenache, que proviene de Ojos Negros. Ahí tenemos toda la uva para elaborar este rosé, pero aún así seleccionamos lo mejor. También desde el campo trabajamos los rendimientos adecuados y esperamos el desarrollo de las hojas, para no quemar ni exponer los racimos al sol”, comenta.
Oscar nos contó que hay tres formas de elaborar un rosado, y de ellas, en Monte Xanic eligen la que se compromete más con la calidad, “nuestro rosado viene desde el viñedo y luego hacemos una maceración en bodega. Pero le ponemos a este vino toda la intención, la mano y la tecnología. Una vez que seleccionamos en el viñedo, empezamos a cosechar de noche, porque la planta tiene otro ritmo: en el día se preocupa por su proceso metabólico pero una vez que se oculta el sol, la planta descansa y los aromas se quedan guardados en las bayas. Después de que cosechamos, mandamos la uva en camiones refrigerados a la bodega en el Valle de Guadalupe, donde seleccionamos y despalillamos las uvas para mandarlas a prensa. Ahí se hace la maceración y determinamos el color; lo medimos a ojo de manera constante. Este proceso puede tomar entre tres y cinco horas. Durante ese tiempo, tenemos que proteger el jugo con un gas inerte, para que no se oxide.” explica.
Una vez que el color está definido, prensan y obtienen el free run, el primer escurrimiento de un prensado ligero. “Por eso nuestros rendimientos son tan bajos”, explica Gaona. “Catamos a nivel de prensa y hacemos cortes, nos quedamos con el free run más ácido y aromático y con menos grados brix.
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En ese momento lo llevamos al tanque. Aún cuando el vino viene del mismo lote de viñedo, hacemos cortes dependiendo de cómo notemos el perfil dentro de la parcela. Cada corte se fermenta por separado, con levaduras diferentes. Por eso tenemos una gama aromática tan amplia en copa.”
El momento favorito de Oscar para tomar una copa de rosé: “Hace unos días me lo tomé en una reunión bajo unos árboles en un día soleado y hermoso, en un picnic. Nuestros vinos son para compartir, y pensamos en esos momentos en la mesa o con los amigos; son vinos versátiles que puedes disfrutar solos, con la comida o bajo un árbol que te dé tantita sombra.”
Lo que puedes encontrar en una copa de Rosé
Este Rosé celebra la riqueza de la mexicanidad; es una invitación a festejar cada momento, ya sea especial o cotidiano, al estilo mexicano. El vino, de estilo provenzal, tiene un elegante color palo de rosa. Es delicado y su expresión aromática alta. Encontrarás aromas a fresas, frambuesas, durazno, toronjas, flores blancas y rosas. Es un vino versátil, que va bien con todo: desde entradas hasta postres, además de ensaladas, chiles en nogada o cochinita pibil. Por supuesto, también se deja tomar solo.
El Rosé representa la filosofía de Monte Xanic: hacer vinos aromáticos, florales y frutales, que representen el terruño de Baja California. De paso, en la bodega realizan prácticas agrícolas conscientes para reducir la huella de carbono, tal como lo avalan sus certificados internacionales en procesos sustentables. Además, este Rosé es perfecto para veganos, pues no usa productos animales en ningún momento del proceso. Se trata de un rosa ligero, divertido, desenfadado y sin complicaciones. Un rosa mexicano.
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