En el suroeste sudafricano, el vino está presente en el estilo de vida. Su calidad y precio son competitivos, lo que convierte a esta nación en el mayor productor del continente.
A menos de 20 minutos de recorrido en auto desde el centro y detrás de la famosa montaña Table Mountain comienzan a visualizarse viñedos, construcciones coloniales que alojan a las vinícolas, y sobre todo salas de cata y restaurantes.
Ciudad del Cabo es la puerta de entrada a la mayoría de las regiones de vino sudafricanas, algunas a tan sólo minutos de distancia, como Constantia, Franschhoek y Stellenbosch, zonas que fueron creciendo tras la demanda por esta bebida y por ofrecer perfiles distintos a los europeos.
El verano en estas regiones suele ser caluroso, pero durante la noche llega algo de frescura y las viñas pueden descansar de la gran cantidad de horas de sol que toman.
Aquí las vinícolas, más que sentirse en competencia, han hecho alianzas en favor de hacer accesibles sus visitas desde Ciudad del Cabo. Hay muchas formas de llegar a ellas, incluso en turibús.
Las degustaciones de cinco vinos de alta gama o premium están en alrededor de 100 rands (moneda local) que se traduce en poco más de 90 pesos mexicanos, por lo que no hay pretexto para no brindar conocimiento vínico al paladar.
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Los precios de las etiquetas pueden ir de 100 a 400 rands sudafricanos, lo que equivale a gastar de 90 a 360 pesos mexicanos; algo muy accesible y lejos de los elevados costos en otros países productores.
La región de Franschhoek (que significa rincón francés en afrikáans) está formada por un amplio valle flanqueado por montañas como Groot Drakenstein, Simonsberg y las homónimas Franschhoek, donde se forman riachuelos que desembocan en el río Berg que irriga todas las hectáreas.
Un tranvía turístico comunica a las principales bodegas entre sí, por lo que los visitantes pueden elegir entre varias decenas de opciones y recorrer unas tres o cuatro, dependiendo del tiempo que quieran permanecer en ellas.
Parte de la idea en esta zona es mostrar la calidez sudafricana y un ambiente para la familia, a pesar de que los vinos están destinados a los adultos. Actividades recreativas como juegos de mesa, recorridos por jardines y viñedos o picnics sobre el pasto amplían la oferta.
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Una variedad que destaca en todas las bodegas es la Shiraz, que se ha vuelto popular por su buena manufactura y por su expresión, que puede ubicarse entre el estilo francés y el australiano.
El mito del Pinotage
A diferencia de países como Argentina donde la variedad de uva más famosa es la Malbec, o Australia que es reconocida por su Shiraz, en Sudáfrica se ha logrado, en la última década, que la variedad emblemática Pinotage sea una de las tantas opciones que tienen sus vinícolas, aunque generalmente no es la principal.
La variedad, que es el resultado de la cruza que se realizó en 1925 entre Pinot Noir y Cinsault, es reconocida por sus notas a humo, tierra mojada, frutos negros y en ocasiones algo de plátano.
A partir de los años noventa se convirtió en una variedad distintiva que por poco se convierte en la exclusiva de las bodegas, pero éstas siempre se han decantado por tener una mayor diversidad, cultivando uvas como Chenin Blanc (o Stein, como se le conoce localmente), Chardonnay, Shiraz, Merlot, Cabernet Sauvignon y Pinot Noir (en las zonas frescas).
El comienzo
Al igual que en muchas colonias europeas, la idea en este territorio ocupado originalmente por holandeses era plantar viñas y elaborar vino que en ese tiempo era imposible obtener en Europa del Norte.
El holandés Jan van Riebeeck fue la primera persona en plantar viñedos, en 1652, justo en la zona más cercana a Ciudad del Cabo: Constantia.
Una vez que las vides tuvieron las condiciones de proveer buena fruta en esta primera región sudafricana, el gobernador Simon van der Stel se encargó de comenzar a clasificar y regular la producción, que generalmente era adquirida por la entonces colonia británica.
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A pesar de los embates de la filoxera hacia finales del siglo XIX, en 1918 surgió la bodega KWV (Koöperatieve Wijnbouwers Vereniging), que comenzó el sistema de cooperativas en Sudáfrica y que subsistió todo el siglo 20.
Durante la época del apartheid varios países bloquearon el consumo de vinos sudafricanos, pero desde el siglo XXI la internacionalización ha hecho que éstos tengan presencia en todo el mundo, adaptándose a las tendencias.
Este 2023, un satélite enfocado a la agricultura y construido en la región de Stellenbosch será orientado a dar seguimiento a las viñas de esta zona y así mejorar los cuidados de las plantas.
Recorrido regional
Detalles destacados de algunas zonas vinícolas sudafricanas.
- Klein Karoo: conocida por sus montañas, suelos y climas extremos. Podrás ver viñas creciendo junto a ríos o en laderas de las montañas. Elaboran vinos de Moscatel y algunos destilados de uva
- Elgin: esta zona, que se desarrolló en los suelos arenosos y montañosos de los hotentotes, ha sido reconocida por sus vinos en varios concursos internacionales.
- Olifants River: corre a lo largo del río homónimo y aporta vinos con notas cítricas por sus suelos arenosos y de arcilla roja
- Swartland: se caracteriza por su tierra negra y los excelentes vinos blancos
- Worcester: ha sido reconocida por su producción de brandy, pero las bodegas se han orientado al vino y es una zona con mucha historia
- Robertson: se encuentra a 80 kilómetros de la costa y tiene prestigio por elaborar buenos vinos blancos, sobre todo de Chardonnay
- Stellenbosch: una famosa ruta de vino, una de las regiones más diversas y grandes, que además aloja una universidad de enología
- Paarl: del holandés “perla”, es una región con clima templado que requiere irrigación
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