✍🏻: Andrés Ramírez
Impulsadas por las condiciones climáticas, técnicas modernas y una mentalidad abierta, las regiones emergentes están desafiando la percepción global
El mundo del vino está en constante evolución. Gracias a las regiones pertenecientes al viejo mundo como Francia, España e Italia, se han establecido tradiciones vinícolas milenarias. Sin embargo, hoy en día las regiones emergentes pertenecientes al nuevo mundo están desafiando las normas con propuestas y procesos innovadores.
Las regiones emergentes se caracterizan por ser nuevas en el mercado global, tienen un desarrollo de técnicas de vinificación modernas y suelen experimentar con un sinfín de mezclas de uvas autóctonas y extranjeras. Estas nuevas zonas ofrecen una mayor libertad creativa y están redefiniendo lo que significa producir grandes vinos.

Nueva Zelanda
Además del icónico Sauvignon Blanc de Marlborough, Nueva Zelanda cuenta con propuestas vinícolas únicas. Waiheke Island, también conocida como “la isla del vino”, se caracteriza por tener un clima marítimo que evita temperaturas extremas y alarga la maduración de la uva, lo que genera vinos más dulces y complejos. Las mezclas entre Cabernet Sauvignon y Merlot son las protagonistas. La recolección de uvas manual y su selección minuciosa garantizan la calidad de estos vinos.
En Hawke’s Bay se produce un vino de Syrah con notas de arándano, ciruela, pimienta negra y violetas. Con un suelo arenoso, arcilloso y calcáreo, se genera una mejor capacidad de drenaje, lo que favorece la producción de vinos concentrados. Estos vinos se parecen más a los producidos en Ródano en comparación con el Shiraz australiano. La producción tiene crianza en barricas de roble para dar complejidad.
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Sudáfrica
Ubicada al sur del continente africano, Sudáfrica cuenta con viñedos en la región del Cabo. Con suelos montañosos y la convergencia del océano Atlántico y el Índico, se crea el clima perfecto para la producción de vinos, además permite el cultivo de diversas uvas como Chenin Blanc, Colombard, Cabernet Sauvignon, Shiraz y Pinotage, su uva autóctona.
Este país se está posicionando como una de las regiones emergentes más prometedoras en el mundo del vino debido a ciertos procesos que realizan. La fermentación espontánea y la maduración en recipientes de roble generan el equilibrio perfecto entre notas frutales y amaderadas.

India
El impulso de la industria vitivinícola en India empezó en 2001, principalmente en estados como Maharashtra y Karnataka. Debido a la altitud, la frescura de las noches y la adaptación de técnicas modernas como el riego controlado y la cosecha nocturna, se han obtenido vinos con una acidez controlada que preservan la frescura de las uvas.
En regiones como Nashik, también conocida como “el valle del vino”, el clima cálido y húmedo predomina. Uvas como Shiraz y Sauvignon Blanc se han logrado adaptar, logrando vinos de alta calidad. Los vinos más apreciados en el mercado indio suelen ser blancos ligeros y afrutados o tintos suaves con notas especiadas que maridan perfectamente con su gastronomía.

Canadá
Este país ha ganado reconocimiento en el mundo del vino gracias a su Icewine, un vino dulce, considerado de postre, que suele producirse en climas fríos. Las principales uvas utilizadas son Vidal y Riesling como la marca Pellerice Wine; algunos productores experimentan con Cabernet Franc.
La producción de vino en Canadá comenzó en el siglo XIX con uvas autóctonas, pero fue en 1960 cuando variedades europeas las reemplazaron. Se estima que cuenta con alrededor de ocho mil hectáreas cultivadas en regiones como la península del Niágara, el valle de Okanagan y Quebec.
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China
China es uno de los principales países productores tanto de vino como de uvas. Sin embargo, ha pasado de tener un mercado en auge a enfrentar una crisis con la caída del consumo de esta bebida. Factores como la pandemia o el estancamiento de importaciones importantes han afectado la demanda.
Debido a esta crisis, las bodegas locales buscan mantenerse competitivas y se han enfocado en la producción de vinos que destaquen por su calidad y sostenibilidad. El Cabernet Sauvignon es la variedad más consumida debido a la percepción que se tiene tanto culturalmente como por sus beneficios para la salud.

El auge de estas regiones demuestra que ni el tiempo ni la innovación paran. La combinación de creatividad, entorno y una visión fresca sobre la producción del vino ha permitido que las grandes potencias tengan algo de competencia.
Además de aportar un toque de su propia identidad y aprovechar las condiciones climáticas, de suelo y variedades de uva, estas regiones emergentes demuestran que el vino es de todos y para todos; eliminan ideas antiguas que lo encasillan en un consumo exclusivo. El vino ya no pertenece solo a la tradición, sino al futuro que estas regiones están escribiendo, copa a copa.
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