Conoce Zancudo, la marca de mezcal que sabe y se siente como un apapacho
Como suele ocurrir cuando se trata de mezcal, la historia de Zancudo es una historia de amor que inicia en un viaje que Andrés Ballesteros Garza hizo la sierra de Oaxaca, específicamente a San Dionisio Ocotepec. Ahí, Andrés probó el mezcal de Carlos Alberto Morales Taracena, “me pareció una delicia, empecé a venderlo, primero a familiares y amigos. Pero tiempo después conocí a Santos Serfaty Arellano, y formalizamos Zancudo”, recuerda Ballesteros.
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“Parte de nuestra fuerza es que hicimos al productor nuestro socio: no le compramos y re vendemos, sino que es parte del negocio. Carlos Alberto tiene solo 19 años y forma parte de la sexta generación de productores en su familia”, explica Santos.
Insisto en que el hilo conductor de esta historia es el amor porque me imagino que eso fue lo que sintió Santos (al igual que Andrés) cuando probó Zancudo por primera vez. En un inicio, Santos fue cliente de Andrés; compraba algunos de esos primeros lotes a los que solo amigos y familia podían acceder. Y cuando formalizaron la marca, eligieron al zancudo, porque este insecto forma parte de todo el proceso del mezcal: son polinizadores, andan por ahí durante la fermentación y, luego regresan a las copas: “son el héroe pequeñito que nadie reconoce y lo despreciamos porque no sabemos nada de él, pero para nosotros es el underdog. Por eso, en nuestra botella, el nombre va en chiquito y el logo, en grande”, explica Serfaty.
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Conocí tres etiquetas de Zancudo una noche de otoño, de esas en las que el corazón se siente medio apachurrado, y entonces cobra más sentido aquella frase proverbial: “para todo mal, mezcal”. Entre risas y conversaciones desfilaron el Espadín, el Tobalá y el Madrecuishe, que fueron abrazo y gozo.
notas herbales y, en boca, es balanceado entre el dulzor, la acidez y los aromas ahumados. El Tobalá (42%) ofrece un poco más de complejidad; en boca se dejan sentir las notas dulces y saladas, para luego abrir paso a los recuerdos lácteos en el retrogusto. La joya de la corona es el Madrecuishe, que tiene notas a tierra mojada, cuero y arcilla, una gran expresión del terruño oaxaqueño. Además, están disponibles el Tepeztate y el Botánico.
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En un mercado cada vez más lleno de marcas de mezcal, opciones como Zancudo se sienten como un respiro de aire fresco. Aquí, todo el reconocimiento se da al maestro mezcalero, a la planta, al terruño y a todo el contexto natural y social que ve nacer a la bebida. Además de ofrecernos un producto que, en todos sentidos, hace bien, Zancudo es el ejemplo de que trabajar con responsabilidad y desde el amor, es posible.
Encuéntralo en @zancudomezcal
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