Leía que una de las botellas de vino más pesadas (vacía, y de 750ml de capacidad) tenía un peso de 2,850g, ¡una locura!, y esto me hizo sentido, especialmente por todas las veces que he tenido que pagar exceso de equipaje solo por llevar unas cuantas botellas en mi maleta.
Y me pareció inquietante que hoy, cuando cada vez más personas se interesan por el vino, ignoren el impacto que el peso de la botella tiene, y que se siga evaluando al vino por como luce o cuánto pesa la botella.
Porque es verdad que el vidrio en su composición de arena, caliza, sílica… es y puede ser reciclado innumerables veces, pero pocos países tienen un plan de reciclaje efectivo; eso genera un conflicto constante para aquellos que amamos el vino y lo consumimos regularmente, pues, ¿qué hacemos con la botella vacía? Mientras no haya una respuesta concreta, tal vez la alternativa sea consumir menos en peso.
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Desde inicio del 2020 fui más consciente del peso de las botellas y me di a la tarea de pesarlas una vez vacías y a relacionar la importancia con el producto final. Mi conclusión hasta ahora: no hay una relación proporcional constante e infalible entre peso y la calidad.
Generalmente, son quienes están empezando a tomar vino quienes se dejan guiar por el peso o el tamaño de la botella, y son presa fácil de esta tendencia marcada por ciertas bodegas en el mundo que deciden invertir en el peso en vez de la calidad del vino contenido. Curiosamente, con educación y consciencia la percepción cambia: el consumidor conocedor se vuelve mucho más crítico al respecto y busca alternativas más ligeras.
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Pensemos que consumir botellas más ligeras es una gran alternativa; no en balde los grandes Châteaux de Burdeos nos lo ha mostrado durante siglos: no es necesaria una botella excesiva para envejecer durante décadas. Además, el vidrio más ligero podría disminuir en los costos de traslado y elevar la calidad del vino.
Se ha comprobado que botellas vacías de 350 a 450g y de 750 ml de capacidad, para vinos tranquilos, generan el mismo efecto contenedor-transporte-envejecimiento correcto que las botellas pesadas, y pueden ser resistentes al traslado entre distintos países.
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Haciendo a un lado que las botellas más pesadas y, por ende, más gruesas, se destinan al uso de vinos espumosos -ya que por la presión atmosférica se necesita un empaque resistente-, la preocupación dentro de este sector existe. La botella más ligera y que no compromete su resistencia fue desarrollada por Verallia para el Champagne Tellmont: la botella vacía pesa solo 800 gramos.
La revolución esta aquí, no solo eminencias del vino como los Masters of Wine Jancis Robinson o Tim Atkin toman el peso de la botella muy en serio y como referencia para hacer o no sus críticas o incluir a esas etiquetas en sus reportes, sino que cada vez más países, mercados o compradores se oponen a ingresar botellas con peso exagerado en sus catálogos como en el caso de SAQ Canada The société des alcools du Québec. Esto con la intención de hacer consciencia en el productor para que se preocupe por lo que en verdad importa: la calidad.
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Me pregunto si poco a poco las denominaciones de origen empezarán a contribuir, solicitando al productor que regule el peso de sus botellas. También me pregunto si nosotros como consumidores empezaremos a exigir calidad en el vino antes que una botella espectacuar; eso, sin duda, será la continuación de todas estas pequeñas-grandes iniciativas, y se convertirá en un movimiento realmente de mucho peso… de esos que no contribuyen a la huella de carbono.
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