Ante el auge de vino mexicano que se vive en la actualidad, hay interés por iniciar bodegas, comprar viñedos y elaborar diferentes etiquetas. Hace 15 años las condiciones eran diferentes: todavía no existía el mercado de hoy y los obstáculos eran muchos, tal como lo vivió Adrián García, enológo y fundador de Vinícola Retorno.
“En 2008 pensaba que si hacía una barrica por año iba a ganar experiencia. Y esa primera barrica fue de Zinfandel, con seis meses de añejamiento. Al vino resultante lo nombré Palabra ya que enfrenté que mucha gente quedó mal conmigo con las barricas, con apartarme la uva y con prestarme un tanque para fermentar; era mi queja ante la gente que no tiene palabra. Al año siguiente me llegó la inspiración para todo el proyecto porque estaba disfrutando las condiciones de estar en el campo, dedicándome de lleno a la agricultura, luego de haber sido una persona citadina. Viceversa fue el primer nombre que pensé derivado de esto, pero mi papá sugirió Retorno y utilicé un letrero vial que estaba afuera de donde vinificábamos como imagen”, explica sobre el inicio de esta bodega.
Los proyectos de jóvenes enólogos en ese entonces no gozaban del empuje del vino mexicano de ahora, pero ciertamente se le imprimía pasión e interés a los vinos.
Poco a poco fueron saliendo nuevas etiquetas a raíz de que le ofrecían a Adrián lotes y toneladas de diferentes uvas. No hubo tanta planeación, sino oportunidades de crecer la gama que ahora agrupa a nueve etiquetas.
Retorno, que está elaborado con Grenache y un poco de Syrah o Mourvèdre, dependiendo de la añada, es el vino que más identifica a la bodega, pero Década, nacido en el décimo aniversario, se volvió popular. De éste, la primera añada fue la 2013; se trata de un Nebbiolo con tres años en barrica y dos en botella.
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Otras de las creaciones es Piluchas, un rosado de diferentes variedades; Parábola, que en su versión blanca es un Chenin Blanc joven y en la tinta un Tempranillo joven; Teo, Chenin Blanc con un año en barrica y dedicado a su hijo, además de Homenaje, un tinto de mezcla bordelesa hecho en tributo a Raymond Turquois (quien le otorgó a Adrián una beca cuando estudiaba).
Vinícola Retorno también maquila productos para otros proyectos y en breve lanzará su décima etiqueta: un vino espumoso con ensamble de Palomino y Chenin Blanc elaborado con el método tradicional.
“Todos los años tenemos la inquietud de hacer diferentes cosas, entre ellas está hacer cervezas, destilados de uva e incluso un vermut”, agrega sobre posibles exploraciones.
El camino al vino
“La idea de hacer vino surgió cuando yo estudiaba gastronomía en CESSA Universidad, donde me interesó el producto. Quería especializarme como sommelier. Trabajé con Luis Fernando Otero en el club de vinos La Cave, entré al programa de la Fundación Turqouis e hice prácticas en el Hotel de París, en Mónaco”, revela García sobre sus primeros pasos.
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A su regreso a México en 2005 comenzó a buscar la forma de seguir trabajando en este rubro, visitó el Valle de Guadalupe en Baja California y ahí nació la intención de especializarse en enología y viticultura. Tras trabajar como reportero de gastronomía, logró juntar dinero para sus estudios en la Universidad Autónoma de Baja California y el enólogo Hugo d’Acosta le dio la oportunidad de trabajar en la asociación Provino mientras estudiaba. Ya durante la vendimia fue reclutado para la Estación de Oficios El Porvenir o “La Escuelita”, donde entró de lleno a la elaboración de vino.
Tras la primera barrica decidió invertir sus ahorros para fundar su propio proyecto que hoy llega a los tres lustros de edad y que cuenta con un tasting room.
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📍Santos Degollado #161, San Antonio de las Minas, Ensenada, Baja California
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