El principio de la primavera señala la esperada vuelta de la vegetación en el viñedo.
Con el comienzo del año y el fin del invierno, la vid despierta para iniciar de nuevo el ciclo más importante del viñedo.
El largo letargo
La dormancia es un periodo en el que la planta deja de dar brotes y comienza a almacenar sus reservas para soportar el invierno: da la apariencia de estar inactiva. La temporada de reposo invernal es vital para que posteriormente la vid dé un rendimiento suficiente.
Un nuevo inicio
El largo periodo de descanso termina cuando la temperatura aumenta, la planta se activa metabólicamente y despierta de su letargo. La formación de salvia y la capacidad de brotación incrementan hasta que, con los primeros días de primavera, el verde vegetativo regresa a la viña.
El siguiente periodo es una etapa definitiva en el campo: las vides se llenan de gotas transparentes que, asemejando lágrimas, surgen en las heridas de poda de la planta, una señal casi poética del despertar de la vid. El “lloro de la planta” es la etapa de retoñar, un antecedente de la fascinante elaboración del vino.
La preparación
- Son los viticultores, que vienen de una ardua etapa productiva, los que aprovechan este momento para preparar la siguiente temporada.
- La poda que se lleva a cabo en invierno es una tarea esencial que ayuda a controlar los brotes y sarmientos con los que se trabajará. La llamada “poda cuidadosa”, es una manera de vigilar la calidad de las uvas desde antes de que crezcan: reducir las ramas limita el crecimiento y da control sobre la vid en la etapa previa a la nueva añada.
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