¿Te has puesto a pensar lo relevante que resulta con quién comes? Y no me refiero al acto vital que debemos ejercer como seres vivos, sino al momento en que elegimos a la gente con la que coincidimos en gustos frente a la mesa.
Los seres humanos somos la única especie que piensa, razona y habla sobre sus alimentos: los perfecciona al crear nuevas técnicas y comparte sus experiencias sobre lo que come o cocina, convirtiendo al acto en una razón de orgullo y, no pocas veces, un símbolo de estatus o de identificación.
Pero muy por encima del cuidado que damos a la preparación de los alimentos, está una característica mayor que nos separa aún más: elegimos con quién comer.
Comer es socializar
Desde que el humano se volvió un ser social, se vio obligado a estrechar las relaciones con los miembros de su grupo, tribu o comunidad, para fortalecerla o mejorar su lugar en ella, creando el concepto de “comensalidad”. Y el reunirse a comer fue la forma más sencilla que encontró para entablar puentes entre los demás.
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“Quienes comen en la misma mesa”, los que toman ritualmente el pan en común, se convierten en compañeros (cum panem), promoviendo la refección, el esfuerzo de sus vínculos sociales o fundando comunidad” – (Arnaiz 2001: 180)*
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¿Sabes cómo pedir vino en una cita romántica?
La comida es un medio universal para expresar sociabilidad e igualdad. Trasciende del factor nutritivo para escalar a lo social y ceremonial, con la mesa como el lugar donde convergen infinidad de simbolismos y razones.
Elegir con quién comer
Ser testigo del comportamiento alrededor de una mesa te puede decir mucho de un grupo de amigos, de unos novios o de cómo marcha una reunión de negocios. Es más, me atrevería a decir que se puede augurar parte del éxito de una pareja en su primera cita solo viendo cómo interactúan entre ellos y con sus alimentos.
No por nada salir a comer o a cenar es, por mucho, el plan más elegido para tener una primera cita. Desde que se selecciona el lugar podemos medir el interés de quien invita y de quien acepta: si quien propone comparte uno de sus lugares favoritos, indica ánimo por integrar al otro a su vida; por el contrario, si se elige un lugar del gusto del invitado, se está demostrando interés por que la pase bien, y el acudir a un lugar desconocido por ambos señala una búsqueda de nuevas aventuras, solo por mencionar algunos ejemplos.
Tu partner para comer
Y este tipo de comportamientos se intensifica con las parejas estables o de varios años, así como los grupos de amigos incondicionales: la forma en que comen, cómo comparten la comida y la dinámica que existe entre ellos al servirse, es como un baile bien coordinado.
Existe gente con la que nos acostumbramos a comer, con la que nos gusta comer, con la que nos coordinamos al comer. Son esas personas con las que todo fluye, desde pedir los alimentos y las bebidas, hasta cómo los compartiremos, probaremos el plato del otro o la bebida; una confianza que no tienes con todos y que denota mucha de la química que nos hizo elegirlas.
Restaurantes para San Valentín
Con ellos la cita es comer y beber, opinar sobre los platillos y un poquito ponerse al día, pero sobre todo hacer un registro mental de los platillos, cómo fueron servidos y lo que más nos gustó. Siempre se pide al centro o de menos se comparte, para abarcar más la carta, y no es difícil acordar quien pide qué cosa, pues todo será por el bien común.
Estos partners no es necesariamente la pareja o tu BFF, mucho menos obliga a tener una relación amorosa, es solo la persona con la que mejor comes y la que, en el baile de la mesa, mejor te acoplas para no pisarse los pies mutuamente.
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