…Y ahí la ves, saliendo de su botella a puro glamour, como vedette sobre la pasarela de cristal desplegando su típico gesto cálido, tierno, luminoso, su fragancia exquisita y contemplativa con una silueta siempre esculpida, preciosa y encantadora.
Sommelier Julio Grinberg
La Chardonnay es una de las uvas que más me fascina detallar a los amantes del vino, siempre hedónicamente rica y con muchos detalles para disfrutarla mejor.
Nació en Francia hace mucho tiempo, en una localidad que lleva su mismo nombre dentro de la región de Macon en Borgoña. Sus papás son el Pinot Noir y la Gouais Blanc, quienes nunca imaginaron que su hija sería una de las uvas anfitrionas más exclusivas del mundo, siendo hoy la quinta uva más cultivada en el orbe, con cerca de 210 mil hectáreas distribuidas por Francia, Estados Unidos, Australia, Chile, Argentina e Italia, principalmente.
Y por donde la mires, huelas y pruebes, tendrá un comportamiento tan fiel y marcado a su origen, que me quedo corto al explicar sus características. Se sujeta muy bien a los clásicos factores de calidad que hay entre una versión y otra; la diferenciación podría ser abismal, sin perder nunca lo mencionado al principio de esta nota.
Notas, colores y texturas
Cuando pruebas Chardonnay en copa, su vista siempre ofrecerá un color concentrado, colorido, puro y sustancioso, que en cada giro anticipará, como de forma premonitoria, su consistencia en boca. Aromáticamente, pueden coexistir muchos elementos de forma justa y no explosiva. En boca son vinos plenos, de muy buena llegada y caudal; su acidez es delicada, y puede ser tan fina y vibrante como redonda y glicérida.
Es posible encontrar elementos aromáticos, de sabores y táctiles dentro del Chardonnay. Flores, frutas blancas, tropicales, cítricas, de cera, lácticas, de panadería, cremas, miel, notas minerales y pedregosas como gises, piedra pómez, asfalto, cuarzo…, ¡un estuche de monerías! Siempre los vinos son extensos al paladar, amables y delicados, en tanto que el paso de madera maximiza y resalta las notas cremosas, lácticas, vainillas, almendras frescas, entre otras.
Destaco que existe toda una filosofía de labor: hay productores que están convencidos que utilizar madera puede destacar y engrandecer aún más a esta uva, como otros tantos que prefieren dejarla lo más fresca posible sin un mínimo toque de este material. Con justa razón han decidido para los vinos espumosos recurrir a esta uva como elemental dentro de sus composiciones, ¡es que tanta belleza posee que las burbujas se ocupan de elevarla a su máximo nivel cualitativo!
Maridando Chardonnay
Es ideal aprovechar al Chardonnay al máximo durante la comida. Si bien podría escoger infinidad de materias primas como pescados, mariscos, carnes de todo tipo, vegetales y arroces, serán los métodos de cocción los que elijo para disfrutar, por ejemplo, los zarandeados, salteados, fritos, horneados, guisados y crudos, que son mis predilectos. También será esencial el sazón, los salseos y guarniciones como el azafrán, la nuez moscada, el jengibre, salsa carbonara, mantequilla con hierbas frescas, purés, salsas cremosas, aguacate, quesos frescos cremosos, sensaciones ácidas picantes sin exceso.
Como me gusta maridar, te cuento algunos platillos que me han resultado fantásticos, como todos los risottos habidos y por haber, la pizza de cuatro quesos y alcachofas, el pollo con mole verde, la tarta de calabaza, los sashimis, las ostras, los caracoles con mantequilla, voul a vents, entre otros. Vas a ir descubriendo -a medida de tus experiencias el nivel de Chardonnay ideal (con más o menos barrica) con el nivel de cremosidad, acidez o picor de los platillos involucrados: lo importante es seguir descubriendo, porque de eso se trata.
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