Ha transcurrido medio siglo ya desde que Bodegas Domecq se estableció en el corazón del Valle de Guadalupe, Baja California, en 1972.
Sergio González, sommelier
Hoy, somos testigos del valioso legado de Bodegas Domecq, responsables de catapultar la calidad vitivinícola de esta región, convirtiéndola en líder en producir vino mexicano.
Tan sólo tres bodegas en México pueden enorgullecerse de tener una historia tan longeva, pero cuando de calidad se trata, sin duda es el quehacer enológico de Bodegas Domecq el que ha logrado una verdadera revolución cualitativa en los vinos que los mexicanos hemos degustado en las últimas cinco décadas.
Algunos de los nombres más encumbrados de la enología mexicana hallaron en Bodegas Domecq un hogar y, al mismo tiempo, un verdadero laboratorio de experimentación para satisfacer la demanda y el gusto de un país que comenzaba a interesarse activamente por el vino. Aquí surgieron muchas de las etiquetas con las que crecimos y aprendimos a beber vino, pero también con las que entendimos un recambio generacional enfocado a la calidad de lo que México bebía, todo siguiendo innovadoras propuestas (cada una en su tiempo), de personajes de la talla de don Camillo Magoni, José Luis Durand y, muy en especial, de su actual creador: Alberto Verdeja.
En el último año conocimos su más atrevida creación con la línea Vasijas: vinos fermentados en vasijas de barro del siglo XVI que incluyen su impecable Sauvignon Blanc, y el reconocido Cabernet Sauvignon del longevo viñedo de 50 años, frente a la propiedad.
Para iniciar las festividades, en junio Domecq presentó ejemplos de la calidad evolutiva de sus antiguas añadas, como su 1995, 1993, y mi favorita, la 1992, que muestra la gran clase de una gran enología y el mejor añejamiento. Finalmente llegó septiembre, y con él, la celebración de lujo, una verdadera comunión entre la gran familia Domecq que para esta ocasión conjuntó a propietarios, productores de vino de la región, compradores, colaboradores, sommeliers, restauranteros y amigos para disfrutar de sus vinos, destilados y de la gastronomía local.
Estoy seguro que el factor humano es fundamental para lograr grandes vinos, pero el equipo de élite que Martin Skelton, Alberto Verdeja, Aurelie Skorupa, Carlos Parrodi y Montserrat Ocampo conforman, merece una mención especial. Una dirección sustentable de clase mundial, una enología maestra y orgullosamente local, un marketing finamente apegado a su entorno y un enfoque educativo único en México. Todo ello significará un parteaguas en el consumo de vino y en la apreciación de éste en nuestro país.
¡Felices primeros 50 años, Bodegas Domecq!
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