El primer rosé mexicano en lata de aluminio, apuesta por un formato para acercar a todos al mundo del vino con su burbujeante actitud y original presentación.
Lorena Tirzo
Tomar vino es siempre una experiencia interesante. Hay ocasiones que abrir una botella de vino es todo un ritual formal, es tener una relación respetuosa hacia ella, que debiera compartirse en selectas ocasiones y no en la hora de comida de la oficina. Pero otras veces es todo lo contrario: es un respiro sin complicaciones, un día cualquiera que inmediatamente mejora con tan sólo tomar un trago.
Con esto en mente, Noah y Antonio ingeniaron crear el primer vino en lata de México, de manera que beber vino forme parte de lo cotidiano de una manera divertida y práctica. Rosadito es el resultado de la búsqueda de una forma de consumo emocionante: es un vino enlatado que mezcla la tradición y la modernidad, pues aunque está inspirado en el estilo de vino francés, guarda una frescura jovial.
El vino en lata no es una novedad para el mundo. Esta nueva tendencia del terreno vinícola ha ido creciendo poco a poco con la demanda de consumidores que exigen productos sustentables y diferentes, para ser disfrutados sin enredos. El deseo de probar cosas nuevas atrapa a nuevos seguidores del vino, abarcando un mercado que adapta el ritual al día a día, integrándolo como un elemento más cercano y sencillo de beber.
Rosadito
Rosadito es un rosé ligero de burbujas finas, con un color salmón tenue que refresca sólo de verlo: está elaborado a partir de uvas Grenache en prensa ligera para liberar esta tonalidad. La fermentación ha sido pensada para conservar los gases y la sensación agradable en boca, razón por la que se lleva a cabo en tanques de acero inoxidable con el mayor cuidado para garantizar que llegue íntegro a su destino.
Este nuevo y orgulloso miembro del vino mexicano es elaborado en Querétaro, y está listo para ser un respiro en el ajetreo de la vida, haciendo a un lado los pretextos, sin necesidad de abrir una botella completa o que se trate de una ocasión solemne.
¡Qué lata!
La intención de Rosadito es que puede beberse directo del empaque, sin más, pero su naturaleza camaleónica permite regresar a lo básico y servirse en copa o hasta en un vaso old fashioned.
Preocupados por reducir la huella de carbono y adoptando el enfoque de responsabilidad ambiental palpable en el mundo del vino, cada lata de Rosadito está elaborada con aluminio 100 % reciclable que ayudará a mantener la temperatura, al tiempo que reduce la cantidad de energía utilizada para enfriar.
Y no son los únicos beneficios que trae esta singular presentación: en su compacto diseño encontramos el proporcional a dos copas (8 onzas) que, al estar protegidas por un material resistente a los factores externos, permite preservar el sabor y transportarse fácilmente sin necesidad de llevar consigo un sacacorchos o utensilios especiales.
Rosadito se atreve a enlatar un clásico muy alegre que va de la mano con la filosofía de fluir, de vivir cada instante, de gozar todos los días… una actitud que hoy más que nunca es apreciada por los amantes del vino y por aquellos que, después de un sorbo, serán parte del club.
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