✍🏻 Andrés Ramírez
A lo largo de la historia, el vino ha estado presente en la cultura popular como un símbolo de poder, pasión y tragedia
La cultura popular marca el reflejo de la sociedad en distintas épocas. Esta se construye a partir de costumbres, creencias, formas de entretenimiento y expresiones artísticas. La música, la literatura, el cine y la televisión están en constante evolución, adaptándose a nuevas tendencias. Aquí es cuando ciertos elementos se convierten en símbolos significativos que van mucho más allá de la superficialidad. Por ejemplo: el vino.
Símbolo de identidad
El vino es una bebida que ha avanzado con la sociedad, es un símbolo de identidad, lujo y celebración. Pero también de sencillez, cercanía y tradición. Su presencia en la cultura popular es amplia y versátil. Novelas que retratan su opulencia y tragedia, canciones que transmiten nostalgia o escenas que hablan más que cualquier diálogo. El vino ha definido historias, contextos y dado identidad a un sinfín de relatos.
Brindis entre líneas
El vino ha sido testigo de encuentros, amores, despedidas y momentos cruciales en grandes historias escritas. En El gran Gatsby, de F. Scott Fitzgerald, las copas de vino y champaña representan el exceso e ilusión en una sociedad que se desmorona. En Como agua para chocolate, de Laura Esquivel, el vino potencia la pasión entre Tita y Pedro. Reforzando la conexión en una historia donde la comida es el lenguaje principal.
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Notas y copas
En la música, el vino es un elemento que evoca desde melancolía hasta euforia. En la canción Scenes from an Italian Restaurant, de Billy Joel, una botella de vino ayuda a recordar un amor pasado y se transforma en nostalgia. Red Red Wine, de UB40, expresa cómo el vino le ayuda a olvidarse de una relación fallida, adormecer su dolor y escapar de la tristeza.
Este también es usado para representar a una supernova en Champagne Supernova, de Oasis, donde, además de hacer relacionar las burbujas con las estrellas, esta habla de cómo estar bajo los efectos de sustancias nocivas te hace cuestionarte todo a tu alrededor.

Luces, corcho, acción
Una copa en mano puede revelar más que mil palabras. En películas como El Padrino, de Francis Ford Coppola, el vino es tradición y poder. Su presencia en escenas de comidas familiares y reuniones no es casualidad; este simboliza la importancia de la lealtad y el respeto que existe en la mafia. Es un recordatorio de sus raíces italianas y de la inevitable tensión entre sangre y negocios.
Películas como Hannibal, de Ridley Scott, muestran que el vino es más que solo un acompañamiento. Es un elemento clave en la construcción de este tan icónico personaje; se vuelve una extensión de su refinamiento y refleja la dualidad que mezcla a un hombre de gustos refinados con la locura e instinto depredador. La mezcla de algo tan grotesco como comer carne humana con la elegancia de una cena refuerza la ironía de su sofisticación y brutalidad.

Copas en prime time
La televisión no se queda atrás. En Game of Thrones, una icónica serie perteneciente a la cultura popular el vino es un símbolo constante. Ayuda a sellar alianzas, está presente en banquetes de la realeza y se convierte en el arma perfecta para la traición. En un mundo donde el vino es una vía para analizar, manipular y sobrevivir, la inteligencia pesa más que la fuerza, y esto lo tiene claro Tyrion Lannister con su icónica frase: “I drink and I know things”.
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La famosa serie Desperate Housewives no se queda atrás. Aquí el vino es casi un personaje más, estando presente en todas las reuniones donde las risas y confesiones se mezclan con la intriga. Para las vecinas de Wisteria Lane, abrir una botella no solo es un placer, sino un ritual. En un vecindario donde todo parece perfecto, pero cada casa esconde un secreto, el vino se vuelve el método de escape de la rutina y se convierte en un cómplice más.

La percepción del vino se ha transformado gracias a la cultura popular y todas sus representaciones. Se ha convertido en algo mucho más grande que una simple bebida. Mucha gente tiene la idea de que este es solo un símbolo de exclusividad y opulencia, cuando realmente es el reflejo de la vida misma. Estas representaciones han hecho que el vino no solo sea visto como un placer, sino como un testigo de la esencia de la existencia. A veces puede ser celebratorio, otras puede ser refugio, pero siempre un símbolo con historia.
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