Desde los sumerios y babilonios hasta la afectación del cambio climático en nuestra época, las vendimias han transitado un largo e interesante recorrido
Las civilizaciones antiguas nos dejaron, entre muchas cosas, conocimiento en la ciencia, arte, astronomía, y claro, en el vino. Pese a que la fecha de origen es desconocida, lo que sí se sabe es que las raíces de esta bebida están en Medio Oriente. En ese territorio los sumerios, babilonios y egipcios ya practicaban la viticultura; en sus jeroglíficos, estos últimos dejaron registradas escenas que hacen referencia a la fiesta más importante del vino, la vendimia.
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Un mayor desarrollo se dio con los griegos y los romanos, quienes le dieron un peso social y religioso tanto a la bebida como a la vendimia, por lo que el nacimiento de Dionisio y Baco, dioses del vino, los llevaron a crear rituales y ceremonias específicas para tener una buena cosecha. Por ejemplo, en la Antigua Grecia, el primer vino se ofrecía a Dionisio y durante la vendimia, que duraba aproximadamente cinco días, los trabajos políticos y militares se detenían. Por su parte, en Roma, la recolección de la uva la llevaban a cabo las mujeres.
Con el surgimiento del cristianismo los dioses del vino desaparecieron, los rituales se modificaron y la bebida pasó a ser parte solo de las élites sociales y religiosas. Tiempo después, las vides llegaron a América, con unas vendimias más recatadas.
Los años pasaron y durante la Revolución Francesa las reformas que afectaron la propiedad de la tierra, y por ende la producción del vino, dieron pie a que la vendimia se convirtiera en un símbolo del movimiento revolucionario, pues el término comenzó a usarse para referirse a la recolección y distribución de los bienes que se le quitaban a la nobleza.
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Varios años después, las vendimias regresaron poco a poco a ser una celebración, por lo que las bodegas vieron una oportunidad de darse a conocer a través de ellas, de sus paisajes y el enoturismo. Tal fue el impacto que en 2010 la UNESCO incluyó al paisaje cultural del vino y las viñas de Pico, Azores, en Portugal, como Patrimonio de la Humanidad, reforzando la importancia de la viticultura en la sociedad.
Por otro lado, la forma en la que se realiza la vendimia también ha evolucionado. El primer método fue la cosecha manual, esta técnica garantiza la calidad, ya que la selección es rigurosa y los racimos se conservan íntegros. En contraste, está la vendimia mecanizada que se dio después. Aquí se utilizan máquinas para cosechar los racimos; aunque este método agiliza el trabajo, no garantiza la calidad. También están las vendimias escalares, en donde la recolección se da por secciones, porque las uvas presentan diferentes grados de madurez, y las cosechas tardías, en las el que el racimo se deja en los campos hasta cierto punto para que concentre sus azúcares.
Actualmente, el cambio climático, los deshielos, la falta de lluvias y una lista larga de eventualidades están afectando los viñedos en el mundo, moviendo lentamente las fechas de cosechas y afectando las propiedades del vino. Y aunque no podemos predecir qué pasará con el planeta, lo cierto es que las vendimias seguirán escribiendo su historia, por lo que no nos queda más que seguir disfrutando de la mejor fiesta de todas: la del vino.
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