En México y hasta Tierra del Fuego, el vino es uno más de nosotros, aquí en Latinoamérica
Es región de vistas naturales que despiertan envidias, impresionantes civilizaciones antiguas, sabores y aromas que seducen, pero sobre todo, Latinoamérica es la tierra en la que la vid renació. Sus viñedos se extienden por cálidos desiertos, altísimas cordilleras y largos valles de países que aprendieron a cuidar la vid con el amor que merece.
Hablar del vino en esta gran parte del continente americano es contar una historia compartida de la viticultura, los tipos de varietales cultivados y los logros notables de esta industria en expansión, es reconocer el esfuerzo de trabajar el campo y presumir el gran valor que yace en las bodegas.
La historia de este producto comienza con la llegada de los europeos en el siglo XVI, quienes trajeron consigo vides para abastecer las necesidades de la iglesia y la comunidad que se asentaría en el llamado Nuevo Mundo. La introducción de la vid fue casi simultánea en varios países del área, comenzando con plantaciones en México y expandiéndose rápidamente hacia el sur.
La viticultura, desde el comienzo, ha estado ligada a las órdenes religiosas, que cultivaban plantas para producir vino de consagrar. A lo largo del tiempo, la producción se extendió a la elaboración de vinos de consumo general, marcando el inicio de la producción vinícola en el continente.
Te podría interesar: Un tesoro en el Bierzo
El vino llegó al fin del mundo, las uvas nacían en viñedos de altura, tierras argentinas que con el paso de los años adoptaron la uva Malbec como insignia de su estilo. La Patagonia, Mendoza y Valle de Uco, acogieron a una planta que requería de condiciones particulares para darle un giro moderno.
También, del Cono Sur nacieron valles como el de Maipo, Colchagua y Casablanca, destacándose por su producción chilena de Cabernet Sauvignon, Carmenère, y Sauvignon Blanc. La geografía compleja de Chile, con sus variaciones de latitud y altitud, permitió una gran diversidad de estilos que han quedado como emblema de sus viñedos.
Mientras que Serra Gaúcha nos regaló sus vinos espumosos brasileños, repletos de frescura y acidez, Uruguay se abrió paso con su Tannat, una variedad robusta y tánica que encontró su máxima expresión en regiones como la de Canelones.
Si bien, la bodega más antigua de América Latina se encuentra en nuestro país, la producción fue puesta en pausa obligada por la prohibición de 1595. Poco a poco México experimentó con el vino hasta ir ganando impulso con una variedad de microclimas y suelos que hasta hoy producen una amplia gama de vinos.
Te podría interesar: Hidalgo es una promesa del enoturismo
El vino latinoamericano simboliza el redescubrimiento y evolución continua, combinando costumbres del Viejo Mundo con la búsqueda de innovación constante, creciendo e inspirando a territorios completos para crear etiquetas extraordinarias.
Actualmente, además de los países con mayor producción, resuenan los valles de altura de Tarija y Cinti en Bolivia, con una historia que, similar al resto, data del siglo XVI. Aquí, aunque enfrentan condiciones extremas, con la dedicación de los viticultores y la intervención de agrónomos han logrado embotellar vinos con identidad propia.
En Perú los primeros viñedos fueron plantados en 1540 con la llegada de Francisco Pizarro a Nueva Castilla, aquí las vides partieron a diversas capitanías y tomaron camino hacia Chile. Las bodegas peruanas, principalmente las ubicadas en la región de Ica, Tacna y Moquegua, han continuado con la elaboración de vinos de varios estilos, con varietales de nacionalidad francesa que se adecuaron a la cambiante superficie del país.
Te podría interesar: Vinos de Bolivia, el secreto de los Andes
El sincretismo en la cultura del vino es evidente, ya que esta herencia toma su propia identidad recopilando prácticas y conocimientos, nutriéndose con cada variación. Latinoamérica es un conjunto de países con puntos en común en sus propias diferencias, el vino es uno de tantos. Pertenecer a este grupo es coincidir en el suelo, en las raíces, en lo que comemos, lo que bebemos, y por ello no podemos más que brindar con orgullo.
No Comment! Be the first one.