El diseño, el arte y la gastronomía directa del campo se reúnen en LagoAlgo. Te contamos sobre este sitio en Chapultepec
En un mundo donde la desconexión entre el campo y la ciudad se hace cada vez más evidente, surge LagoAlgo, un restaurante que busca cerrar esa brecha con su cocina fresca. Desde sus inicios, este proyecto ha tenido una misión clara: acercar lo rural a lo urbano, demostrando que ambos mundos deben coexistir para complementarse.
LagoAlgo no es solo un restaurante; es un manifiesto que invita a reflexionar sobre el origen de lo que consumimos. Inspirado en la visión de su fundadora, Micaela Miguel, este centro que también alberga exposiciones artísticas, actividades abiertas al público y eventos especiales, propone un modelo culinario que sigue el camino de la granja a la mesa.
Este enfoque no solo desafía las prácticas de consumo aceleradas actuales, sino que también promueve una conexión más profunda con la tierra y quienes la trabajan. Conectar con los alimentos nunca ha sido más necesario, pues vivimos en una ciudad que nos mantiene al límite cada día, y justo en medio de la CDMX, frente al lago mayor de Chapultepec, se encuentra este refugio del caos.
Te podría interesar: Bomboti Cocina: arte, diseño, productos locales y abarrotes en Polanco
El compromiso se refleja en cada detalle. El restaurante ha optado por colaborar con proveedores locales, reconociendo la importancia de apoyar a las comunidades rurales y resaltar los ritmos naturales de la producción agrícola. Productores de Teotihuacán, Xochilimco y Huasca proporcionan proteínas animales de ranchos de pastoreo responsable y hortalizas cultivadas sin agrotóxicos.
Aunque esta filosofía no está exenta de desafíos, pues la temporalidad de los alimentos implica aceptar que no siempre habrá los mismos sabores, el equipo del restaurante está consiente que hay que priorizar la autenticidad y la sostenibilidad por encima de la facilidad y la conveniencia.
Frente a la tranquilidad del bosque de Chapultepec, LagoAlgo, presenta una oportunidad para reconectar con las raíces de los componentes del plato. A través de su menú cambiante se valoran los ingredientes locales y se honra la tradición agrícola que nuestro territorio ha tenido en el pasado.
Así que, detrás de su pescado en salsa zhug con hoja santa o el fresco carpaccio de betabel rostizado, está la invitación a unirse a un movimiento que celebra la riqueza de la tierra y la necesidad de preservar nuestra conexión con ella mediante la comida, algo que se agradece en la vida que llevamos hoy en día.
No Comment! Be the first one.