La Colonia Juárez en la Ciudad de México es un importante testigo histórico de la vida moderna de esta cambiante urbe. Ha albergado a las más acaudaladas familias del porfiriato que buscaban imitar el estilo de vida europeo, a la intervención urbanística estadounidense que prometía modernidad, y hasta la democratización con olas migrantes y al convertirse en un espacio de tolerancia y refugio para disidencias sexuales.
Esta evolución que bien narra Carlos Fuentes en La región más transparente, dotó a la Juárez de contrastes únicos en una ciudad ya contrastante. Lo mismo es encontrar inmuebles históricos que albergan boutiques y cafeterías; modernas estructuras que fungen como hoteles, departamentos u oficinas; restaurantes con comida de Europa del Este; tiendas de artículos coreanos; espacios para la comunidad LGBTQ+ y -de unos años para acá- algunos de los mejores bares del mundo.
Sobre la calle de Londres, a escasos metros de la concurrida Florencia, se encuentra un local que destaca del resto. Llama la atención una fachada verde con grandes ventanales que permiten divisar el interior. Sobre la puerta reza el nombre del lugar y su personalidad: Long Story Short, kitchen, wine and cocktail bar.
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El diseño interior nos habla de lo que aquí encontraremos: los muros se visten con piezas de arte, la música ameniza el ambiente, la barra protagonista no deja de mandar tragos a las mesas y del fondo se entiende una cocina que discretamente saluda con deliciosos aromas provenientes de los platillos que surgen de una cortina que la esconde.
Pero para hacer esta long story short, comencemos por partir este bar en sus tres principales pilares: barra, cocina y ambiente.
La barra, sin lugar a dudas, es parte importante del ambiente de Long Story Short. Su diseño está pensado para los amantes de los cócteles. Si se decide hacerles frente a los anfitriones, la vista de la barra nos permite conocer los líquidos que en ella habitan, la destreza de las manos que preparan los cócteles e incluso encontrar un par de luminarias ingeniosamente colocadas para poder fotografiar nuestras bebidas.
El menú es creación de Ramón Tovar, quien es maestro en el desarrollo de menús conceptuales donde cada cóctel tiene una personalidad clara que hace directa relación a una historia. En este caso esa historia es la música, la cual se materializa a través de diferentes referentes de géneros y épocas diversas que terminan por inspirar un trago. Así podemos encontrar a Jimi Hendrix en el LSD, a Joaquín Sabina en el Viceversa o incluso a Ludwig van Beethoven en Tonos y notas. También se pueden encontrar en la carta highballs de baja graduación alcohólica o clásicos italianos que van de los spritz a los negronis con el toque de la casa.
El menú de alimentos es dominio de la chef Ximena Aréchega, quien ideó una oferta que además de maridar con las bebidas, busca fomentar la convivencia en la mesa invitando a los comensales a probar y compartir platillos. Desde tablas de quesos y botanas como pimientos de padrón, mix de aceitunas y patatas bravas, entre otras; también se pueden encontrar propuestas más sustanciosas como las sliders de res, el taco de lengua de wagyu y las tostadas de pulpo rostizado, por sólo mencionar algunas. Claro, el postre no puede faltar, aunque aquí lo dulce no domina y el balance de sabores invita a seguir probando y maridando con los diferentes cócteles.
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El tercer pilar, la música, termina por maridar a la perfección toda la visita. La selección busca crear una experiencia inmersiva y vibrante para los comensales a través de curadas listas de reproducción. Cada día ofrece un tema diferente en el que se puede transitar desde el jazz hasta tu género favorito para iniciar la fiesta.
Long Story Short termina por ser un oasis en la ecléctica Colonia Juárez. Un lugar donde, así como en sus calles, se pueden encontrar todo tipo de experiencias que en vez de crear un incómodo contraste, terminan por armonizar en un ambiente que se nutre de las diferencias.
📍Florencia 51, Juárez, CDMX.
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