Toda ocasión especial amerita una copa de champagne, pero ¿y si haces que cualquier ocasión sea única? Nos tomamos unas burbujas con Manuel Reman, presidente de Casa Krug, y confirmamos que esta bebida hace de cualquier momento uno memorable.
En 1843, Joseph Krug entendió la verdadera esencia del champagne: el placer (te invito a remitirte a ese precepto, necesario aun en pleno 2023). Interesado en la búsqueda de éste, Krug decidió hacer cada año el mejor champagne que pudiera ofrecer, sin importar las variaciones del clima. Y así fundó una vinícola donde, año con año, el líquido en copa ha sido excepcional.
Desde entonces, Krug ha pasado por varias formas de producirlo y de consumirlo: desde aquellos días en los que las burbujas se bebían en copas de cristal cortado, hasta nuestro presente, cuando los productores y consumidores prefieren usar copas globo antes que sacrificar aromas en las esbeltas copas flauta, o incluso servir las burbujas en situaciones cotidianas como un brunch, una tarde de alberca o un martes cualquiera.
Krug ha hecho dos cosas bien: una, es mantener una calidad constante año con año, a pesar de las condiciones climáticas y desde hace casi dos siglos (más los que se sumen).
La segunda es adaptarse a las necesidades del mercado, a los deseos de los consumidores, a las tendencias y las necesidades del entorno. Y uno de los deseos que los consumidores han hecho cada vez más evidente es el de cambiar al champagne de su contexto: volverlo cotidiano.
¿La ocasión viene o se hace?
Para cualquier ocasión que amerite celebrar, invariablemente el antojo es el mismo: las burbujas. Pero, ¿por qué esperar una ocasión especial para descorchar un buen espumoso? Platicamos con Manuel Reman, presidente de la Casa Krug, quien nos contó por qué su hora favorita para probar una copa de champagne es a las 11am o cuando la convivencia con los amigos le hace olvidar —por un momento— la copa.
Manuel es un enamorado del vino. Lo que más disfruta es “descubrir nuevas cosas: regiones, técnicas, formas de ver un mismo producto que van desde lo más innovador hasta lo más artesanal y que retoman técnicas antiguas”, para después apuntar que “lo más interesante del vino es que no sabemos nada”.
Para él, las burbujas tienen una magia especial: “Cuando se abre una botella de champagne cambia la ocasión. En todos los casos es un vino que tiene su complejidad, pero hay algunos que son para celebrar, otros para emocionarte, otros para un brunch o para una cata técnica”, nos cuenta.
Para Krug, la intención de hacer champagne es transmitir todo lo que esta bebida puede dar en una copa, y eso han hecho desde hace 185 años, cuando Joseph Krug fundó la marca. “Krug era un alemán que a los 30 años se mudó
a Londres y luego a París para trabajar en vinos”, explica Reman. “A sus 30 y pocos años, ya era director financiero de una de las grandes empresas de champagne. Pero no estaba contento con el producto, pues en una época en la que no existían tantos avances tecnológicos como ahora, todo dependía del clima: había añadas buenas y malas. Krug recibía quejas de sus clientes, por lo que quiso buscar la manera de lograr un producto con una calidad estándar, y que fuera bueno independientemente del clima. Pero su jefe no apoyó sus ideas, por lo que dejó la empresa y creó Casa Krug”, relata Manuel.
Krug & Lemon: celebrando la frescura y vitalidad con una copa de champagne.
Hoy, con cada edición y cada botella, se busca hacer homenaje al sueño de Joseph Krug. Y la edición 170, que ya está disponible en el mercado, es la mezcla de 12 diferentes añadas; la más joven del 2004, y la más vieja de 1998.
Para hacer Krug “buscamos uvas en casi cada parte de Champagne. Hay alrededor de 300 pueblos y nosotros trabajamos con cien de ellos”, cuenta Manuel, “vamos a ver productores, viñedos y hasta una parcela en específico, y antes de la vendimia vamos cada semana para probar uvas y decidir la fecha de la cosecha. Así tenemos la posibilidad de tener uvas de cada tipo de terroir y, por lo tanto, hasta 150 vinos diferentes”.
Para el experto, “la mejor hora para tomar Krug es a las 11 am o a las 7 pm, cuando empiezas a tener hambre y tu paladar está listo para aprovechar toda la complejidad. Pero también a veces puedes olvidar la copa y disfrutar del momento con tus amigos”.
Tres momentos, tres copas
1. Para consentir a tu persona especial: Krug Grande Cuvée
Este champagne es el homenaje al deseo de Joseph Krug de producir burbujas excepcionales cada año. Krug Grande Cuvée es el esfuerzo de la vinícola por hacer homenaje a esta intención. Para elaborarlo, se ensamblan hasta 120 vinos diferentes, algunos de ellos de hasta diez años de añejamiento. Es decir, es un vino de hasta diez añadas distintas, ideal para consentir a alguien, o ¿por qué no?, para consentirte.
2. Para la escapada de fin de semana: Krug Rosé
Es fin de semana. Te escapaste a algún destino cercano para disfrutar del calor y de la alberca. La mesa, en donde todos los invitados compartirán el brunch, ya presume un festín: ceviches, aguachiles, ensaladas de frutas, pan francés, hot cakes con tocino, chilaquiles y toasts. El acompañante perfecto para probar un poco de todo, mientras te quitas los zapatos para sentir el pasto bajo tus pies es Krug Rosé, el integrante más nuevo de la vinícola. Cada edición es única, y un ensamble que cambia año con año.
3. El nostálgico: Krug Vintage
¿Recuerdas los posts que te sugieren la mejor canción del año en que naciste? Este champagne es eso, pero en versión vino —es decir, aún mejor—. Krug Vintage no es la selección de los mejores vinos de cada año, sino la selección de los caldos que expresan mejor todo lo que aconteció en ese año. Y esa historia descansa en su botella durante diez años antes de salir al mercado, para así ofrecerte una probada llena de recuerdos en cada copa.
¿Dónde probar champagne Krug?
La Table Krug, dentro del St Regis Mexico City
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Krug
Fotografías por Edgar Xolótl
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