“Raíces ancestrales hechas de tradición, historia y cultura se ramifican en la pasión por nuestro oficio y su fruto: nuestra Franciacorta”. Este es el emblema de una familia de enorme tradición.
La provincia de Brescia, en la región de Lombardía, en Italia, es la cuna de la DOCG Franciacorta, fuertemente influenciada por los Alpes, el río Oglio, el lago Iseo y el valle Po. Esta región fue creada como consecuencia del movimiento de los glaciares, y en su composición destacan el canto rodado, el limo y la arena, con una buena cantidad de minerales, y dentro de ella podemos encontrar 19 subregiones con rasgos muy particulares.
Se cree que el nombre de Franciacorta proviene del latín Francae Curtes, que hace referencia a los monjes benedictinos alojados en esta zona, aunque su primera aparición formal en los Anales del Municipio de Brescia data de 1277.
Es de asombrarse la tradición milenaria en la elaboración de vino en Franciacorta, donde se han encontrado sedimentos de semillas de uva de varios siglos atrás.
DOCG Franciacorta
• Producción máxima: 12 toneladas por hectárea
• Densidad mínima de siembra: 4.500 plantas por hectárea
• Contacto con levadura: mínimo 18 meses
Desde la antigüedad, estos vinos eran muy bien conocidos, tal como lo narran autores como Plinio el Viejo y Virgilio. En 1570, Gerolamo Conforto describió este vino con burbujas como un verdadero encanto.
A lo largo de los siglos, el vino espumoso de Franciacorta ha sido elaborado de forma tradicional por las familias locales, quienes preservan la fermentación en botella y los métodos ancestrales con algunas incorporaciones tecnológicas. En el pasado, este vino solía producirse para el consumo propio, o bien, se vendía dentro de las comunidades; sin embargo, su calidad e historia son tan ricas que en las últimas décadas ha logrado conquistar la escena vinícola mundial.
Esto dio paso a que en 1967 la producción fuera reconocida bajo la Denominación de Origen Calificada Franciacorta, que en la actualidad incluye no sólo vinos espumosos, sino también blancos y tintos tranquilos. A partir de 1995, la región creció sus estándares y consiguió el título de Denominación de Origen Calificada y Garantizada.
Ricci Curbastro, viticultores por más de 18 generaciones
La historia de esta vinícola familiar comenzó en el siglo XIII, en las haciendas de Rotana di Brisighella en Ravenna y Capriolo en Brescia, a lo largo de 33 hectáreas de viñedos. Los procesos de fermentación y lento envejecimiento son dirigidos por los enólogos Annalisa Massetti y Riccardo Ricci Curbastro, quienes mantienen la esencia de Franciacorta a través de una personalidad y carácter únicos.
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Tras una primera fermentación en depósitos de acero inoxidable, en la primavera del año siguiente, llega una segunda fermentación en botella. Luego de un mínimo de 30 meses de crianza en contacto con las levaduras, viene el degüelle, con la adición de un licor de elaboración propia, y otra clarificación en botella por varios meses. Sírvelo a 10oC en una copa flauta, pero de boca ancha para que te permita apreciar sus aromas.
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Pero el ingrediente principal de los vinos de la familia Ricci Curbastro es el tiempo: ocho de los doce vinos que elaboran envejecen mucho más que lo dictado por la norma. Además, el secreto para conseguir aromas, texturas y sabores delicados y a la vez complejos, es resultado de décadas de investigación dedicados al análisis del comportamiento de las lías (levaduras), la evolución en distintas maderas, la utilización de tanques de acero inoxidable y la reutilización de los residuos.
La innovación que regresa al campo
Cero tratamientos y residuos en la uva, es un proyecto reúne tres grandes pilares: historia y cultura, medio ambiente e innovación. En 2012, plantaron un viñedo en Capriolo con la uva Piwi, muy resistente a enfermedades fúngicas. A su alrededor plantaron también 20 variedades de árboles y plantas que componen el paisaje natural de Franciacorta, y que se han perdido debido a la mecanización agrícola y la urbanización. Este sendero natural está abierto a escuelas, universidades y a la comunidad como un laboratorio al aire libre.
En cinco años, este viñedo no ha recibido ningún tratamiento químico y sus uvas se han destinado a la investigación ecológica y a la creación de una etiqueta especial, símbolo de un medio ambiente no contaminado.
La bodega está siempre abierta al público, con la posibilidad de visitar el Museo Agrícola y del Vino, y para vivir experiencias únicas de la mano de los miembros de la familia Ricci Curbastro.
Más info en: riccicurbastro.it / @riccicurbastro
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