A través de su concepto, Tlecán enaltece nuestra cultura.
Mauricio Berzunza
Escondido a plena vista en una de las avenidas más representativas de la colonia Roma Norte, tras una fachada discreta en la que destaca un letrero blanco con tipografía negra sobre una pared de concreto, se encuentra uno de los hallazgos gastronómicos más interesantes de la Ciudad de México: la mezcalería Tlecán, un concepto envuelto en misticismo, y que hace referencia a dos culturas ancestrales que habitaron en la región: la teotihuacana y posteriormente, la azteca.
Al recinto se accede por una puerta de herrería negra y a través de un pasillo, que sirve como transición hacia el interior inundado por el aroma a copal y su humo blanco (que purifica el espacio según la cosmovisión prehispánica). Una vez adentro, la estética del lugar evoca la de un museo con su arquitectura modernista a cargo de Anagrama, donde la iluminación cálida con spotlights da un aire de misterio destacando piezas brutalistas clave, como las barras, la contra barra, una mesa y la reinterpretación del disco de la muerte (una escultura del dios mexica del inframundo, Mictlantecuhtli, encontrada en 1963 en la plaza de la Pirámide del Sol, en Teotihuacán) que separa el cráneo del halo solar que asemeja papel plisado. Dos elementos destacan sutilmente envolviendo el espacio, el brutalismo del concreto en dos texturas, y el color rojizo que recuerda el tezontle característico de nuestro país.
Mezcales de todas las regiones
Tlecán, del náhuatl “lugar de fuego”, recibe su nombre de este elemento, fundamental en el proceso de elaboración del mezcal, la esencia de este lugar. Su menú ofrece una selección de mezcales de todas las regiones, incluso aquellos que no tienen Denominación de Origen, ya que su trato es directamente con los productores. Así, adquieren lotes pequeños de entre 20 y 30 litros, y una vez que se acaban, compran de nuevo el mezcal disponible.
Esta mezcalería no trabaja con marcas, por lo que, para entender el perfil de cada destilado, su menú describe la variedad del agave, las notas principales, la región y el año de producción. El líquido no se diluye, se sirve tal y como como los maestros mezcaleros lo elaboran, por lo que el volumen de alcohol promedia los 50°. Entre sus destilados, también se puede encontrar sotol y bacanora, mientras que entre sus fermentos hay tejuino (de maíz amarillo), tepache (de piña) y mead (de miel); además de cervezas artesanales y comerciales.
Solo o en coctelería
Bajo la premisa “calidad sobre cantidad”, plasmada en todo el concepto, Eli Martínez, directora de barras en Grupo Carolo y con una experiencia destacable en Pujol, curó la selección de bebidas acompañada de su equipo. La mezcalería recibe con agua con palo azul que, de acuerdo con la herbolaria, beneficia la salud de los riñones, así como con tres diferentes mezclas de botana como cortesía para acompañar cualquier trago.
La coctelería es una mezcla de clásicos reinterpretados, todos a base de mezcal. Siete recetas con diferentes perfiles, entre las que destacan: Martini Papantla, preparado con vermut seco infusionado con vainilla y bitters de naranja; Margarita Kauil, elaborada con chile manzano y chabacano; o Mojito Quetzal, con jugo de limón verde, licor de damiana y hoja santa. La cocina, por Emiliano Padilla, reconocido por los conceptos Pollo Bruto y Atlante Pizzas, complementa la oferta de bebidas con cuatro botanas para compartir que se pueden acompañar con tortillas hechas al momento: sikil pak, burrata falsa, pambacito y aguachile rojo de molleja.
Los maestros mezcaleros, a quienes se les dedica un agradecimiento en el menú, ocasionalmente visitan el recinto para vender parte de su producción al público.
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Tlecán
Av. Álvaro Obregón 228, Local 2, Col. Roma Norte, CDMX @tlecan | Contacto: 55.1334.4745
Fotografía por: Nizaguiee Hidalgo
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