Raíces mexicanas, riqueza cultural. El mezcal para todos.
Ojo de Tigre se produce utilizando prácticas artesanales y dos tipos de agave, dos viejos conocidos de la escena mezcalera que producen un destilado suave y balanceado, combinando el sabor dulce y ahumado del maguey Espadín de Oaxaca que converge con la complejidad herbal del maguey Tobalá de Puebla.
Las notas de caramelo y frutos secos contrastan con la frescura herbal, otorgando un equilibrio como ningún otro, brindando un sabor que invita a todos a conocer el mundo del mezcal. Es un mezcal que cuida hasta el último detalle de su proceso, desde la selección de magueyes sustentables hasta el envasado, reflejándose en el destilado final. Los corazones de maguey, que toman aproximadamente de siete -Espadín- a 14 años -Tobalá- en madurar, se cuecen en un horno cónico de piedra en donde arden con madera de pino y encino bajo tierra por aproximadamente una semana.
“Tomar mezcal no debería ser intimidante. Con esta premisa en mente, una casa mezcalera nacida en la última década está cambiando la forma en la que mexicanos y extranjeros conocen y reconocen el mezcal, fusionando la tradición con la tendencia.”
El resultado de esta cocción se muele en una tahona hasta formar una pasta que se fermenta de manera natural, con las levaduras que hay en el aire, en tinas de madera durante unos diez días para obtener alcohol. Tanto el líquido como el mosto fermentados se destilan dos veces en pequeños alambiques de cobre para obtener un mezcal artesanal, que abre el paladar a levaduras silvestres, aromas rurales y el recuerdo del campo por la noche.
En Ojo de Tigre, la tradición se exalta para fusionarse con lo urbano en perfecta armonía. Por eso, es perfecto para mezclar en un abanico de nuevos clásicos que resultan tan familiares como refrescantes.
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