✍️: Ángel Zavaleta
📸: Nizaguiee Hidalgo
Descubre Liona, un delicioso concepto de pizzas artesanales que demuestra que en la simplicidad de los ingredientes pueden encontrarse sabores grandiosos
No resulta extraño que la colonia Juárez siga creciendo con nuevas aperturas, pero lo que verdaderamente sorprende es encontrar espacios que destacan por su personalidad única, atención meticulosa a los detalles y una propuesta gastronómica clara, centrada en la calidad de sus ingredientes. Así es Liona: una pizzería contemporánea con una personalidad audaz y vibrante, que se percibe desde el instante en que cruzas la puerta y te sumerges en su atmósfera.
Liona es ese refugio acogedor y desenfadado que resalta en medio de una colonia marcada por su carácter urbano, su historia vibrante y ese encanto de barrio que la hace única. Un ambiente perfecto para que este proyecto delicioso brille con un sello propio, donde la irreverencia se combina con la elegancia. Aquí, la premisa es sencilla pero contundente: la verdadera sofisticación nace de la simplicidad, y todo gira en torno a hacer las cosas bien desde su origen.

La carta de Liona es breve pero concisa. Cada pizza está diseñada para lucir con lo esencial: pocos ingredientes, pero de la más alta calidad, que permiten apreciar cada sabor sin distracciones. Al centro de todo está su masa madre, un homenaje a la paciencia y al oficio: fermentada durante 48 horas, da como resultado una base viva, ligera y crujiente que se saborea con satisfacción en cada mordida.
Una de las grandes virtudes de Liona está en la textura de sus pizzas artesanales: horneadas al fuego directo, alcanzan ese equilibrio perfecto entre orillas crujientes y un centro suave que se deshace al primer bocado. Entre nuestras favoritas destaca la de salami picante, preparada con tomate San Marzano DOP, fior di latte y salami con el punto justo de intensidad. Para quienes prefieren sabores más cremosos, la opción con base bianca y poro rostizado es una delicia: Gorgonzola, Stracciatella de búfala y el dulzor del poro se integran en una combinación suave y elegante. Ambas se coronan con aceite de oliva extra virgen de Sicilia y escamas de sal Maldon, pequeños detalles que hacen toda la diferencia.

Pero la experiencia no se queda en las pizzas. El menú de entradas es breve pero memorable. Destaca la burrata artesanal de búfala, de textura delicada, servida con un pan de masa madre crujiente y aireado que resalta su frescura. Le sigue la coliflor rostizada, cocinada al punto justo y acompañada de un salmoriglio vibrante, cremoso de Pecorino y un sutil toque de chile mulato que aporta profundidad sin robar protagonismo.
En Liona también creen en los finales memorables. Para cerrar con broche de oro hay dos opciones que se disputan el protagonismo: una selección rotativa de gelatos artesanales del día, frescos, cremosos y perfectamente equilibrados; o el inolvidable pastel de chocolate, intenso y suave a la vez, coronado con escamas de sal Maldon y acompañado por un gelato de vainilla que suma cremosidad a cada bocado. Un cierre clásico, reconfortante y lleno de texturas que abrazan el paladar.
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La propuesta de bebidas en Liona no se queda atrás. Su coctelería de autor está pensada para explorar distintos perfiles de sabor, con tragos bien equilibrados y llenos de intención. Para facilitar la elección, cuentan con una guía visual que organiza las opciones según su intensidad y dulzor: ideal si no sabes por dónde empezar.

Detrás de la experiencia excepcional que ofrece Liona están Andreina Matos y Leonardo Labartino, la mancuerna perfecta detrás de Darosa, el hermano mayor de este proyecto. Fieles a su estilo, vuelven a imprimir su reflejo personal, hecho de vivencias, sensibilidad y buen gusto, en un espacio que celebra la hospitalidad, la buena comida y las sobremesas que se alargan entre risas y recuerdos.
En un momento en que todo parece girar en torno a lo espectacular, Liona nos recuerda que hay belleza en lo esencial, que la calidad no necesita adornos y que una pizza bien hecha puede ser un acto de amor. Porque a veces, lo más valiente es volver a lo simple… y hornearlo a la perfección.
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