Jesús Díez nos cuenta sobre las rutas enológicas a seguir para descubrir un México diferente, a través del vino
Enoturismo es una palabra acuñada en tiempos modernos, en ella se refleja el encuentro con nuevas experiencias de cata y gastronomía en los diferentes lugares de México y el mundo. En la antigüedad, los peregrinos caminaban por largas distancias, conociendo la gastronomía de los lugares junto con sus paisajes y nuevas culturas, hoy en día conocemos las rutas enológicas.
Posiblemente uno de los destinos más famosos fue la Ruta de Santiago, que partía desde Colonia, Alemania, y terminaba en Finisterre, en España. Estas mismas rutas llenas de peregrinos, caminantes, emigrantes y en algunos casos inmigrantes crearon la fama de algunos lugares por su gastronomía y bebidas.
En México tenemos rutas especificas tanto de emigración como de peregrinación, como el Camino Real de Tierra Adentro que se formó después de la caída de Tenochtitlán, y que estaba lleno de emigrantes que buscaban oro y plata. Ellos levantaron a su paso las diferentes misiones para la evangelización y el cultivo de la vid, y se adaptaron a la comida local mientras trataban de compartirla con los visitantes que pasaban por la zona en busca de metales preciosos.
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En la misma época y bajo el manto de la peregrinación hacia la basílica de Guadalupe, los peregrinos iniciaban largos recorridos por México para llegar a ofrecer, pedir o ver a la virgen del Tepeyac, generando con esto grandes rutas venidas de todas latitudes. A su paso, los visitantes disfrutaban de la gastronomía y bebidas de México.
En la actualidad se han creado las diferentes rutas enológicas o enoturísticas. Al conocerlas, puedes descubrir las nuevas elaboraciones de vino en los 14 estados de producción de México.
El enoturismo siempre tiene como eje central el vino, y alrededor de él están algunos elementos que componen una verdadera visita integral a zona como la gastronomía, la cultura, el arte, la arquitectura, así como la naturaleza del lugar. Para generar una verdadera ruta enológica debemos tener en consideración muchos parámetros que complementan la visita.
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Una ruta enológica debe estar constituida por la viticultura o los viñedos representativos de la zona; aquellos que recuerdan la historia de la tierra y los cultivos circundantes a estos. Además, las diversidades climáticas como vientos, humedad, altura y lluvias, hacen un diferencial único en cada zona. Por eso se dice que la expresión aromática y gustativa de la comida está en interrelación directa con el suelo, y que los mejores maridajes se suelen dar con los vinos y la comida local.
La gastronomía de la zona es tan importante como los vinos. Por eso, en la ruta enológica siempre hay restaurantes asociados a estos; el camino para conocer la expresión máxima de “vino-plato” de cada zona. La educación y cultura también forman parte de la ruta; el turista busca saber cuáles son las variedades que mejor se adaptan a la región, cuál es el tipo de suelo y qué característica aporta, así como cuáles son los estilos de los vinos de la zona para poder hacer sinergia con los alimentos.
Finalmente, debemos integrar en esta ecuación única a la arquitectura del lugar, que da historia y legado a cada habitante, ya sea en formas, materiales, estructuras, alineamientos, o estilos de construcción que son únicos de ese lugar. Cada destino es único e irrepetible, por eso la integración de vino, gastronomía, clima, naturaleza y arquitectura forma parte indispensable de el enoturismo en México y el mundo.
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