A casi 20 años de aprender a elaborar vino, Alberto Rubio y sus etiquetas Fluxus permanecen en el mercado como una gran opción.
En medio de un mercado saturado de etiquetas de vino mexicano, donde muchos han incursionado en la búsqueda de hacer “un buen negocio”, prevalecen los enólogos y bodegas que con el comienzo del siglo 21 buscaban elaborar esta bebida por pasión y vocación.
Alberto Rubio, sobrino del desaparecido enólogo Antonio Badán, fue introduciéndose en la industria del vino de forma natural y su aprendizaje comenzó con uno de los grandes productores de Baja California: Hugo d’Acosta.
Tras liderar el proyecto de los vinos Paralelo, Alberto lanzó su primera etiqueta: Fluxus tinto, que prácticamente conserva el mismo ensamble: Grenache y Syrah, con uvas de temporal y viñedos que ya llegan a los 50 años de edad y aseguran calidad.
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“Es un vino que entró al restaurante estadounidense The French Laundry, del chef Thomas Keller. Hoy ya contamos con una etiqueta del blanco y un rosado del que se puede probar la primera cosecha 2018”, destaca Rubio.
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Y aunque ese sello se mantiene y es inconfundible, Rubio ha iniciado conceptos más recientes. El primero es Bodegas F. Rubio, que Francisco Rubio comenzó en 2011, y donde asesora como enólogo. Le sigue Discográfica, que apoya en la maquila de otras vinícolas o proyectos, contando con instalaciones con muchos requerimientos actuales: piso epóxico, tanques de fermentación de huevo y un manejo sencillo en la operación, entre otras particularidades.
En sus inicios, cada vez más gente hacía más vinos y no se consideraban competencia entre sí.
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“Hoy ha crecido mucho la industria y todavía se mantiene la generación en que todos nos conocíamos, pero hay quienes se fueron más hacia la parte de hacer negocio, por otro lado reconozco que los vinos de mis colegas han mejorado, son más limpios y con menos problemas que se generaban en la bodega”, indica.
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El trío de Fluxus
Blanco: Mezcla de Chardonnay y Chenin Blanc donde un 10 por ciento del vino tiene un paso por barrica de tres meses
Rosado: Elaborado con Grenache, es la adición más reciente y, aunque a Rubio es más de cosechas jóvenes, el 2018 tiene buena evolución
Tinto: Sus 15 meses en madera y el manejo orgánico de la viña han hecho que el ensamble siga siendo un clásico bajacaliforniano.
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