Dominio Fournier es una bodega privilegiada por un par de razones: su ubicación exacta en la verdadera Ribera del Duero, y el contar en la actualidad con dos enólogas a la cabeza de todas sus grandes decisiones.
Para Dominio Fournier, todo privilegio es también una responsabilidad. Y el agradecimiento por nacer en el corazón de una de las denominaciones de origen más prestigiosas de España, los obliga a elaborar grandes vinos con una convicción y compromiso irrevocables.
La bodega fue fundada hace más de 60 años en Ribera del Duero, mucho antes de que ese espacio obtuviera por mérito propio una Denominación de Origen. Eligieron el cobijo del río Duero con fe y astucia, apostando que esa tierra les brindaría vinos de alta calidad. Esta sagacidad y disrupción se ven nuevamente reflejadas en la actualidad al contar con dos mujeres enólogas como responsables de las acciones que tomará una de las más grandes bodegas españolas.
Marian Santamaría inició su carrera en los viñedos de Dominio Fournier hace más de 15 años. Ávida de conocimiento y de forjar su propio camino, partió a trabajar en algunas de las denominaciones de origen más importantes de España como Toro, Vinos de la Tierra de Castilla y León o Rueda, cerrando el círculo al volver a Dominio Fournier con la firme voluntad de elaborar los mejores vinos de la Ribera del Duero.
Por su parte Laura Terrazas Rodríguez cursó una Ingeniería Técnica en Agricultura y Enología, que la llevó al mundo del vino para trabajar en el Consejo Regulador de la D.O. Ribera del Duero. Tras acumular conocimiento y práctica, participó en las bodegas más destacadas de la región, llegando hace 12 años a Dominio Fournier para sumar con su experiencia.
La mujer en el negocio del vino
El sector vitivinícola actual cuenta cada vez más con mujeres en puestos decisivos, son reconocidas y valoradas, pero no siempre fue así.
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“Como en casi todos los campos de la historia, la mujer estuvo a la sombra de los trabajos agrícolas que se desarrollan en torno a la viña y el vino porque, aunque no se figuraba como titular, la mujer trabajaba en las tareas que requerían mucha paciencia; como sarmentar, poda en verde, vendimia… y realizaban los trabajos complementarios en las viñas familiares contribuyendo así de forma indirecta a la economía familiar. Actualmente las tareas son mucho más equitativas y a nuestro alrededor podemos encontrar mujeres en todos los ámbitos: viticultoras, enólogas, responsables de calidad, enoturismo, etc.”, puntualiza Laura Terrazas haciendo un análisis de los cambios ocurridos en el sector.
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Acota Terrazas: la sensibilidad no es una virtud exclusiva de la mujer y es un valor muy personal que enriquece los procesos. Debemos quitarnos la idea de que la mujer solo puede estar en los procesos del vino donde su nivel de percepción le favorezcan, puede desenvolverse en cualquier área y de eso se trata lo que llamo una revolución silenciosa: hay mujeres llenando todos los rincones.
La mujer como consumidora de vino
Es muy común escuchar la clasificación “vino para mujeres” para catalogar algunos vinos, como los rosados, los blancos jóvenes o los espumosos. Pero al encasillar perdemos la riqueza por el camino, opina Terrazas. Es mejor hablar de tendencias, como los vinos ligeramente dulces, con carbónico o de bajo grado, pero jamás atarlos a un solo consumidor, pues pareciera que les creemos incapaces de elegir qué probar por sí solos.
“Yo le recomiendo a la mujer probar, probar y probar” finaliza Laura Terrazas. “Cada vino nos ofrecerá algo distinto”. De mi casa González Byass, recomendaría:
- Beronia Rueda Verdejo; fresco, pero con baja acidez.
- Fragantia Frizzante de Finca Constancia, por su toque dulce y bajo grado.
- Domino Fournier Reserva de Ribera del Duero para los amantes del tinto, pues es un vino potente, pero tan aterciopelado en boca que resulta irresistible.
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