De apabullante belleza natural, Chile es un país vibrante con interminables paisajes que llenan de asombro, entre cordilleras y valles, playas y mares.
Al norte de Santiago, la capital de Chile, y a más de 1.600 km, se encuentra ubicada la región de Atacama, destacada por su alto nivel de tecnología, actividad minera, cultivos de frutas y plantaciones de olivo con denominación de origen, en contraste con el desierto vivo, mejor conocido como el “desierto florido”, en eterno romance con las playas y que sorprende en destellos de colores y climas cambiantes, así como un sol continuo que da paso a la cosecha de vinos, vinos generosos, pajarete y pisco.
Territorio de viñedos
Las características climáticas han sido aprovechadas por la actividad vinícola en el territorio chileno, contando con más de seis regiones y 18 subregiones productoras de vino. La superficie total de viñedos para vinificación ocupa actualmente más de 141 mil hectáreas, las cuales tienen un potencial de producción cercano a los 1.200 millones de litros. Entre ellas, destaca la región metropolitana del Valle del Maipo, donde se localiza Viña Santa Rita, una de bodegas con mayor tradición y fundada en 1880 por don Domingo Fernández Concha, quien introdujo cepas francesas por primera vez, y que hoy en día cuenta con 600 hectáreas de vinos premiados en todo el mundo.
En la actualidad, la región de Atacama se ha incorporado a la producción de vino, sus tierras son un símbolo de esperanza, los originarios la conocen como “la tierra milagrosa”, no sólo por la esporádica aparición de flores en el desierto más árido del mundo, sino que gracias a la cercanía con el mar, el terroir entrega al vino notas particulares y únicas. Además, en dicha zona existen varios viñedos, como Viña Kunza, Viña Buena Esperanza y Viña Armidita.
Viña Kunza es un viñedo boutique en el Valle de Huasco, Vallenar, que cuenta con 16 hectáreas, ocho de ellas actualmente producen vino a partir de siete cepas: Syrah, Pinot Noir, Chardonnay, Malbec, Grenache, Petit Verdot y Pinot Noir, además de Moscatel de Alejandría, para producir pisco. Don Loreto González y su familia se hacen cargo celosamente del proyecto, poniendo especial cuidado en cada detalle para la producción de sus vinos.
Al sur de la meseta del río Huasco, en la comuna del Vallenar, se ubica el encantador viñedo Viña Buena Esperanza. Desde 1980 la familia convirtió al viejo granero en una almazara para la producción de aceite de oliva extra virgen; posteriormente, en el año 2017, se inició la plantación de vides de cinco cepas diferentes, Cabernet Sauvignon, Carménère, Grenache, Syrah y Petit Verdot, las cuales, por su zona climática bajo un desierto marginal cercado entre ríos y a 40 km del mar, cuentan con varias precipitaciones que crean un clima favorecedor para las vides.
Viña Buena Esperanza confirma que sus cosechas obtienen resultados con vinos de concurso, en el que destaca Mezcla Tinta 2020. Sus fundadores, Daniel Llorente y Mai-Nie Chang, reciben a cada visitante con una extraordinaria experiencia.
La riqueza del mismo valle comprende inenarrables parajes naturales, incontables bellezas que complacen al espectador dando lugar al cultivo de olivos; uno de ellos es Payantume, originario de la familia González, que por décadas ha dedicado su vida al trabajo olivícola como una tradición heredada desde 1920 al producir aceitunas sevillanas y elaborar de manera artesanal aceites de oliva extra virgen con denominación de origen, los cuales han sido galardonados a nivel nacional e internacional. Daniela González, empresaria y heredera de la comunicación del grupo, es la guía en cata de diferentes tipos de aceites de oliva y explica los procesos y tipos que requiere cada cosecha.
Los destilados
En las distintas regiones de la zona se despliegan campos de viñas que comprenden diferentes tipos de producciones. Como en el Valle de Tránsito, de la provincia del Huasco, en donde los agricultores tradicionales elaboran destilados que caracterizan la identidad de productos tradicionales elaborados en Chile. Viña Armidita, está dirigida por mujeres ambientalistas: las hermanas Cecilia, Lady y Sandra Ramírez, quienes desde muy jóvenes heredaron la tradición familiar de producción de pisco y pajarete, siendo las únicas destiladoras de la región que trabajan el viñedo en consonancia con el medio ambiente.
Según la tradición histórica, desde la llegada de los jesuitas provenientes de Andalucía en el siglo XVII, produjeron vino y aguardiente que hoy en día es conocido como “pajarete”, un vino dulce y generoso creado a partir de uvas Moscatel, de aromas francos, beneficiado por el clima de intenso sol de la región. Actualmente Viña Armidita cuenta con más de 250 hectáreas de vides y es un referente de producción de pisco artesanal Premium a nivel internacional, cosechando a más de 1.800 msnm.
En el mismo lugar, la destilería Eco Ranch produce Gin Nativo, elaborado con ingredientes locales que otorgan pureza aromática en sus productos.
Destinos
Las colinas del Vallenar y Las Parotas, encierran un destino único y particular que celebra la magnificencia y la tranquilidad de la naturaleza. Espacio Nehuen es un sitio especial creado para practicar la meditación bajo un asombroso horizonte iluminado por destellos en las llanuras y la fascinante fauna que alberga este particular recinto, que es conformado por villas privadas decoradas a mano por Raúl Silva quien, en conjunto con su familia, se ha abierto camino como pionero en colonizar el vasto territorio.
Naturaleza
Quizá, la postal más vendida es la que ofrece el espectáculo de el Salar de Pedernales, el atractivo turístico natural más visitado por auténticos exploradores. Ubicado a tres horas de Copiapó, Atacama, entre las faldas de los volcanes Doña Inez, Gemelas y Fortuna, en la columna de Diego de Almagro, a una altura de 3.600 msnm.
De indescriptible belleza, se originó una cuenca cerrada alimentada por dos ríos principales, el río La Ola y el río Juncalito, en donde infinitas lagunas multicolores de profundos ojos de costras de sal con agua salobre, adornan alrededor de 335 km2 de planicie blanca salina, y que conceden el ánimo de convertirse en viajero y dejar de lado al turista para contemplar este espectáculo natural a 45 minutos de caminata entre suelos afilados que hacen esta experiencia única y excepcional proeza, siendo necesaria la intervención de un guía experimentado para lograr la travesía y contemplar cada detalle en ella.
Fotografía: Joao Mazzilli.
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