Te contamos sobre la Hostería de Santo Domingo, el restaurante que alguna vez fue el más antiguo de México
En el 2020, la Hostería de Santo Domingo, el entonces restaurante más antiguo del país, que tenía más de 160 años de operación, cerró sus puertas tras la emergencia sanitaria por el COVID-19 y nunca las volvió a abrir.
En ese entonces, Salvador Orozco, gerente del restaurante, no sabía que el lugar que había servido chiles en nogada a personales como Artemio del Valle Arizpe, Agustín Lara o Ignacio López Tarzo estaba por cerrar sus puertas de manera definitiva.
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La Hostería de Santo Domingo abrió sus puertas en 1860, antes de que Maximiliano de Habsburgo se sentara en el trono del fallido Segundo Imperio de México. El inmueble, que una vez fue parte del Convento de Santo Domingo de Guzmán y luego vendido por los frailes dominicos a la ciudad, fue adquirido por don Policarpo Orozco, quien lo abrió como restaurante.
Años después, los hijos de Policarpo vendieron la Hostería de Santo Domingo a Salvador Orozco, que dejó después el restaurante a su hija Margarita.
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La historia de la Hostería de Santo Domingo se vive en todo el inmueble; desde la fachada y la arquitectura del siglo XVIII hasta en las pinturas y vitrales que adornan las paredes, como la obra de Antonio Albanés, que ilustra la Plaza de Santo Domingo -misma obra que apareció en los billetes de mil pesos en los ochentas-, y los vitrales realizados por la casa vidriera de Felipe Derflingher además de pinturas novohispanas, bodegones y naturalezas muertas.
El menú de la Hostería de Santo Domingo tenía, además del menú fijo, diez opciones diferentes al día, es decir, hasta 70 platillos diferentes a la semana.
Pero lo que atraía a los comensales de toda la ciudad, además del pollo en nata o el manchamanteles, era el chile en nogada, que se servía todos los días del año.
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La Hostería de Santo Domingo sobrevivió sismos y la epidemia de la influenza H1N1, pero no resistió a la pandemia del COVID-19, y tampoco logró cumplir con los requerimientos de las autoridades y acomodar terrazas o espacios al aire libre en el establecimiento. Pero, durante 160 años, sus paredes se llenaron de comensales felices y mucha historia.
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