Fotos: Agencia FIID
Salazar es el nuevo restaurante de Edo Kobayashi que trae la honestidad de la cocina de campo a una de las avenidas más importantes de la Ciudad de México.
La sal y el fuego son dos de los pilares fundamentales en la cocina. Estos dos elementos cambiaron por completo la manera en la que vivimos y nos alimentamos y -usados de cierta manera- pueden sacar los más puros y honestos sabores de diferentes ingredientes. Podríamos decir que este concepto es la base de la cocina en el campo, pero también es el principio de la cocina en Salazar.
Ubicado en el piso octavo del número 333 en Paseo de la Reforma, se erige una construcción de manera que simula a los graneros. Se trata de un espacio abierto que inmediatamente nos transporta fuera de la Ciudad de México, aunque tengamos los enormes edificios y al imponente Ángel de la Independencia a una distancia que pareciera nos permitiría tocarlo para recordarnos que seguimos en el corazón de la ciudad.
El diseño arquitectónico a cargo de Alfonso López-Velarde y el interiorismo de Habitación 116 crean una sensación de amplitud que abre el diálogo entre barra, cocina y comedor. Ésta sinergía logra un ambiente honesto que hace sentir al invitado inmediato al anfitrión y parte los procesos que aquí se realizan. La cocina abierta cumple con su propósito de transparencia: los sabores invaden el espacio, el equipo interactúa con el comensal y el cocinar se convierte en un espectáculo que alimenta todos los sentidos.
En el comedor todo se comparte, las mesas están pensadas para recibir grupos, o para interactuar entre ellas sin sentirse invadidas. Los platillos se sugieren al centro para que se pruebe un poco de todo y se alimente este ambiente de campo en el que todos participan de la comida. Lo mismo con una curada selección de vinos en donde se da prioridad a la calidad y procesos mucho antes que al renombre o popularidad. El compartir se vuelve en un común denominador que termina por invitar a los visitantes a permanecer por horas en Salazar.
Salazar tiene como director creativo al genio de Edo Kobayashi, y al frente de la cocina está el reconocido Allan Yáñez. La gran mayoría de los ingredientes provienen de la granja Kobayashi y el resto de productores locales e independientes con la más alta calidad. Esto garantiza que a nuestra mesa llegarán platillos directamente del campo, de gran sabor y que por su preparación se mantienen honestos.
Los imperdibles son el Pollo Ahumado y Rostizado, orgánico y directo de la Granja Kobayashi, se somete a un proceso de dieciséis horas y se acompaña de gravy y verduras confitadas. También está el Poro Ahumado y Caramelizado, con vinagreta de mandarina y mousseline de alcaparras, se termina con isuka curado en sake.
Regresando a la carta de vinos, muchas de las etiquetas son orgánicas o de baja intervención. Cuentan con especialistas en el piso que pueden ayudarte a seleccionar la mejor opción para ti, y su versatilidad y constante cambio te ofrecerán opciones diferentes cada visita. En cuanto a la coctelería, si bien cuenta con un número pequeño de opciones, estas son más que suficientes. El martini es un imperdible que si bien sigue la receta clásica, el equilibrio entre sus dos ingredientes líquidos lo hace perfecto.
Salazar es un lugar ideal para compartir, desconectarse del caos de la ciudad pero al mismo tiempo admirarla. Una visita puede pasar de compartir ostras y una copa de vino a una larga cena o incluso una excitante celebración. La oportunidad para ser honesto y disfrutar de ingredientes honestos.
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🥙 Salazar
Paseo de la Reforma 333, Cuauhtémoc, CDXM
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