Acompáñame a descubrir la otra cara de Brasil a través de sus vinos.
Brasil es fiesta, color, alegría y fútbol; es naturaleza colosal (con las cascadas de Iguazú y la selva amazónica, entre otras maravillas); es tradición y vanguardia con ciudades como Río de Janeiro o São Paulo, pero también es aroma y sabor gracias a la feijoada, la cachaza, y claro, al vino.
En este territorio de ocho millones y medio de kilómetros cuadrados no solo hay clima tropical, pues por su extensión, posee una amplia variedad de atmósferas, suelos, altitudes y temperaturas que favorecen el cultivo de las vides.

Ciertamente, la producción de vino brasileño es joven, pero su historia no lo es tanto. Todo comenzó con los colonizadores portugueses, que llegaron en el año 1500 d.C. y plantaron la vid para consumo propio. Ya en 1875 esta industria dio sus primeros pasos hacia la profesionalización gracias a los inmigrantes italianos que arribaron a la ciudad de Rio Grande do Sul y trajeron consigo técnicas más precisas para la viticultura.
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Con ellos también llegaron uvas como la Nebbiolo, Moscato di Canelli, Barbera y Sangiovese. Hoy por hoy, Brasil se distingue por la Chardonnay, Moscatel, Riesling, Cabernet Sauvignon, Merlot, Pinot Noir y las no tan conocidas Marselan, Teroldego, Isabella y Tannat, lo que da todo un abanico de vinos blancos, tintos, espumosos y de hielo. Sí: aquí también hay ice wines.
Ahora bien, la mayor parte de los viñedos brasileños se localizan al sur del país y ha sido tal el auge del vino, que ya cuentan con seis regiones vitivinícolas: Serra Gaúcha, Campos de Cima da Serra, Campanha, Serra do Sudeste, Planalto Catarinense (en donde se produce el vino de hielo) y Vale do São Francisco (la única zona productora ubicada al norte de Brasil). Si bien cada una produce vinos de calidad, Serra Gaúcha y Vale do São Francisco se han destacado.

Serra Gaúcha da entre el 60 y 80 % de la producción vinícola de todo el país; además, cuenta con Vale dos Vinhedos que desde 2011 tiene Denominación de Origen. Esta región se distingue por sus vinos espumosos, pues posee un clima templado subtropical, veranos suaves y suelos arcillo-calcáreos que ayudan a retener el agua en las épocas más secas del año.
Mientras que Vale do São Francisco es muy particular, pues el clima subtropical, la temperatura templada y los suaves inviernos logran que la vid no entre en reposo vegetativo, teniendo más de un brote anual; esto se traduce a dos vendimias al año. Como ves, a pesar de la juventud de los vinos brasileños, estos llegaron para quedarse y poco a poco han ido escalando en la escena vinícola mundial.
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